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Francia no logra pasar página de Houellebecq

La Francia-ficción de Houellebecq no es tan diferente de la realidad.
En su novela Plataforma, el escritor francés proyecta un atentado terrorista en una isla de indonesia: Bali. El libro fue publicado en 2001; un año después, en octubre de 2002, dos bombas colocadas en esa isla mataron a 200 personas.
Michel Houellebecq lanzó su novela Sumisión el día que dos personas enmascaradas asesinaron a varios periodistas del semanario satírico Charlie Hebdó; murieron 12, una de ellas era policía. Antes de disparar sus fusiles, los criminales lanzaron el grito: Al-lahu-ákbar (Alá es el más grande).
Sumisión es una narración distópica en la que Houellebecq describe a un París decadente debido al reemplazo de hábitos culturales que implementan los nuevos gobernantes. Por ejemplo: los sex shops cierran y los escaparates de maniquís con ropa interior tienen que cambiar de estética por orden del nuevo gobierno musulmán.
El semanario Charlie Hebdó ha publicado viñetas satíricas sobre Mahoma, y el 7 de enero de 2015, los dos asesinos, pertenecientes a Al Qaeda, atacaron a los trabajadores que se encontraban esa mañana en sus oficinas.
Su novela El mapa y el territorio ganó el Premio Goncourt en 2010 no por sus proyecciones políticas sino por la pintura literaria que hace de la realidad. En esta novela Houellebecq se convierte en protagónico de la historia. No es una oda al narcisismo, es un retrato nihilista de su pensamiento.
Su primera novela, Ampliación del campo de batalla, se convierte en una declaración hermenéutica de su personalidad.
Los disturbios callejeros que Francia ha vivido en las últimas cinco noches son un episodio de una historia inconclusa en la que confluyen corrientes provenientes de la cultura del odio o, si se prefiere, de la compleja asimilación cultural, pero también de la crisis política.
Lo ocurrido en Francia seis años atrás tuvo que ser un mensaje de alerta más allá de una contienda electoral: los dos partidos tradicionales del centro ideológico que se repartían el poder durante la Quinta República, colapsaron.
Un año antes, 2016, Emmanuel Macron renunció al gabinete del presidente François Hollande para formar su partido. Los socialistas naufragaron y el partido gaullista de Sarkozy, encalló.
Los chalecos amarillos enviaron un segundo mensaje a Macron. En esa ocasión no hubo victoria electoral que celebrar.
Un tercer mensaje fue la ley de pensiones. Una ley benigna donde sube un par de años la edad de jubilación: 64 años.
Llegó el cuarto mensaje con la muerte de un adolescente a manos de un policía. La rebelión.
Marine Le Pen ya está en la recepción del Elíseo y Michel Houellebecq, me imagino, estará por escribir una nueva advertencia.
@faustopretelin

