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Del desempeño no financiero al impacto financiero en el negocio
Si bien el desempeño de Responsabilidad Social y Sostenibilidad de las empresas ha ido adquiriendo relevancia en los últimos años, no siempre se le da la misma importancia que al desempeño financiero; sin embargo, en los últimos meses se ha dado un avance importante en la materia a nivel internacional con la consolidación de organizaciones y el desarrollo de algunos marcos de referencia y estándares que apuntan en este sentido, motivados principalmente por el interés que los temas ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) han despertado entre diversos grupos de interés.
Resulta que hoy en día, para poder evaluar el desempeño integral de la empresa, no sólo basta con la información que ésta divulga en torno a su situación financiera, sino que también los temas que tradicionalmente se han etiquetado como no financieros se empiezan a considerar por las implicaciones que a corto, mediano y largo plazos pueden tener en el desempeño financiero de la empresa, más allá de las acciones o estrategias de responsabilidad social que ésta pudiera estar implementando.
Como muestra de ello, podemos ver cómo ciertos temas como, por ejemplo, el cambio climático ya no se visualiza como algo ajeno a las empresas, sino que sus consecuencias impactan cada vez más a sus operaciones y pueden poner en riesgo la subsistencia futura del negocio, al escasear materias primas, al tener pérdidas de activos, o al interrumpirse las cadenas de distribución por alguna inundación, huracán o sequía, lo cual sin duda repercute en sus resultados financieros.
Pero esto no es lo único, también podríamos incluir los cambios en las preferencias de ciertos consumidores, quienes cada vez están más conscientes de los impactos sociales y ambientales de sus decisiones de compra; así como de diversos reguladores que buscan mayor transparencia y estandarización en cuanto a la información no financiera que las empresas divulgan al mercado; o los inversionistas que empiezan a favorecer a las empresas con buenas evaluaciones en la materia y a los instrumentos vinculados a la sostenibilidad, como parte de sus estrategias de inversión socialmente responsable.
Todo ello, empieza a poner presión sobre las empresas para que de manera integral puedan medir y comunicar su desempeño anual, considerando la parte financiera y la de sostenibilidad, ya no de manera aislada e independientes, sino como elementos interrelacionados, que permiten presentar una fotografía mucho más completa de la situación negocio a cierta fecha o durante un periodo determinado.
En este sentido son cada vez más las empresas que empiezan a publicar informes integrados, pero hace falta que la gran mayoría avance en esta dirección, no sólo en la divulgación de información, sino en la verdadera integración de la sostenibilidad al modelo de negocio, a sus operaciones, y a su cultura, para que la elaboración y presentación de dichos informes no se quede sólo en un buen ejercicio de comunicación, o en el mejor de los casos de rendición de cuentas, sino que sirva también como una herramienta de gestión y que detone la transformación de la empresa hacia modelos más sostenibles en lo económico, social y ambiental.
Aunque no es una tarea fácil, actualmente están cada vez más cerca la publicación e implementación de marcos de referencia y estándares en Europa y Estados Unidos que orienten y exijan a las empresas a avanzar en esta dirección. Será cuestión de tiempo para que estas tendencias llegan a otros mercados, al extenderse los requisitos y alcances a sus cadenas de valor a nivel global, detonando procesos similares en otras regiones, como ya se está viendo en América Latina.
*El autor es Director de la Facultad de Responsabilidad Social y Director del Centro IDEARSE de la Universidad Anáhuac México.
Twitter: @J_ReyesIturbide y @Centro_IDEARSE