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Opinión

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Ad astra

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Foto: AFP

Ramón Martínez Leyva

Después de terminar su recorrido por Saturno y sus lunas, la Voyager 1 cambia radicalmente su recorrido con respecto a su hermana y se dirige fuera del Sistema Solar, abandonando el plano de los planetas del sistema y dirigiéndose hacia la Nube de Oort, una cúmulo esférico de cuerpos celestes que orbitan más allá de la órbita de Neptuno y que señala el final de la esfera de influencia del sol, o Heliosfera. Mientras tanto, Voyager 2, el 24 de enero de 1986, alcanza por primera vez Urano, llamado así en honor del Dios de los Cielos, padre de Saturno y abuelo de Júpiter, por primera vez en la historia de la Humanidad.

Debido al ángulo de inclinación de este planeta con respecto del plano planetario, así como a la poca iluminación en el momento de su arribo, además de la enorme velocidad que la sonda había alcanzado a esas alturas (más de 81,000 km/h) hubo que realizar varias y difíciles maniobras para poder realizar un reconocimiento productivo del planeta y sus satélites, mismo que se completó en un sólo día. A pesar de todas estas dificultades, Voyager 2 logró identificar 11 nuevos satélites del gigante helado (Belinda, Bianca, Cordelia, Cressida, Desdémona, Julieta, Ophelia, Perdita, Portia, Puck y Rosalind) así como la inclinación del campo magnético del planeta, cuyos polos magnéticos se encuentran más cerca del ecuador del planeta que de sus polos geográficos.

Fue la primera vez que supimos de los oscuros anillos de Urano, cuya existencia nunca antes se había sospechado, y se midieron temperaturas inferiores a los -214°C, convirtiéndose oficialmente en el planeta más helado del Sistema Solar. Como parte programa NASA’s Deep Space Network (Red del espacio profundo) mismo que se ejecutaba de manera simultánea, en 1987 se completó la construcción y ampliación de su sistema de antenas (de unos 70 m de diámetro) en España, Australia y California, estableciendo una manera efectiva de capturar y amplificar las débiles señales de radio que las Voyager enviarían una vez alcanzados Urano y Neptuno.

Finalmente, el 25 de agosto de 1989, Voyager 2 sobrevuela Neptuno por primera vez, lo que la convirtió en la primera astronave en visitar el planeta del Dios de los Mares, así como la primera en visitar cuatro planetas diferentes del Sistema Solar. Por supuesto, Voyager 2 también descubrió satélites nunca antes vistos, 6 para ser exactos: Despina, Galatea, Larissa, Náyade, Proteo y Talasa. Antes de ellos sólo conocíamos Tritón, la mayor luna de Neptuno, y Nereida. Actualmente conocemos un total de 14, ocho de los cuales no se descubrieron hasta después de 2002.

También descubrió la Gran Mancha Oscura, un gigantesco huracán en el hemisferio sur del planeta y tomó unas fotografías de Tritón que nos revelaron su superficie agrietada y con géiseres que lanzan hielo rosado hidrogenado a la atmósfera del satélite y que dan forma a la capa de hielo de su polo sur. Este fue el último cuerpo celeste en ser visitado por Voyager 2 antes de abandonar el plano planetario y dirigirse a los confines de la heliosfera. En diciembre de 1989 los científicos del Centro de Control decidieron apagar sus cámaras, computadoras y radiotransmisores, a fin de aprovechar esa energía para, muchos años después, volverlos a encender para recabar información sobre el viento solar y el espacio interestelar. Nunca más volvería a tomar una fotografía de cuerpo estelar alguno.

El 14 de febrero de 1990, a más de 6,000 millones de km de casa,  Voyager 1 capturó la que sería probablemente la imagen más impactante de su viaje. A solicitud de Carl Sagan, asesor del proyecto y principal difusor de los logros del programa Voyager, los científicos apuntaron las cámaras de la sonda hacia nuestro hogar, capturando la imagen de la Tierra suspendida en un rayo de luz, lo que dio origen al hermoso discurso sobre la belleza y delicadeza de este punto azul al que llamamos hogar (disponible en español en YouTube).

Actualmente ambas Voyager han cruzado la Heliopausa y se han adentrado en el espacio interestelar, y Voyager 2 se encuentra activa y transmitiendo, estado que esperamos mantenga hasta 2025. Pero aun si no es así, y las Voyager terminan anticipadamente su misión, se habrán convertido en los instrumentos que probablemente más información nos han aportado acerca de nuestro Sistema Solar, los mundos que contiene y de lo que se encuentra más allá de los límites de éste.

Si quieres conocer más en detalle del programa Voyager y sus descubrimientos, te recomiendo muchísimo visitar la página del Jet Propulsion Lab de la NASA (en español) en www.lanasa.net, así como www.spaceprob.es, quienes tuvieron la gentileza de permitirnos utilizar la imagen que nos encabeza.

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Ramón Martínez Leyva

Es ingeniero en Sistemas Computacionales. Sus áreas de conocimiento son tecnologías, ciencia y medio ambiente.

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