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Apuestan por granjas perlíferas

La incipiente industria perlífera en México poco a poco ha retomado a contracorriente el cauce de una tradición olvidada y descuidada.

La incipiente industria perlífera en México poco a poco ha retomado a contracorriente el cauce de una tradición olvidada y descuidada. Una empresa, situada en Guaymas, Sonora, denominada Perlas del Mar de Cortez, ha hecho de las perlas sustraídas de las conchas nácar de aguas mexicanas una joya muy apreciada por el mercado internacional.

Fue en 1999 cuando un grupo de egresados de la carrera de Ingeniería Bioquímica del Tecnológico de Monterrey campus Guaymas consiguió cosechar la primera tanda de perlas después de ocho años de trabajo auspiciado por la universidad, tras haber iniciado una granja piloto como un proyecto de maestría.

A partir de ese año, la empresa Perlas del Mar de Cortez continuó con el legado de la extinta Compañía criadora de concha y perla de la Baja California, la primera y última granja perlífera en México -la cual concluyó operaciones en 1914 después de haber sido saqueada por efectivos del Ejército Constitucionalista.

Esta compañía se dedicó a partir de entonces a cosechar y comercializar perlas y medias perlas para joyerías y diseñadores joyeros reconocidos en EU como Alejandra Salomon o Kathe Mai. Además, en conjunción con artesanos plateros de Taxco y Sonora y diseñadores del estado de Morelos, crean sus propias piezas.

Enrique Arizmendi, director y cofundador de la firma, recuerda haber ido con sus compañeros a la feria joyera de Tucson, Arizona -la más grande del mundo-, en donde conoció a los que serían sus distribuidores internacionales.

Contra corriente

Con más de 10 años de investigación y experiencia en el cultivo y venta de estas gemas, Perlas del Mar de Cortez ha logrado posicionar sus productos pese al desinterés nacional y la feroz competencia asiática liderada por China, Japón y Tahití.

En entrevista con El Economista, Enrique Arizmendi comenta que el empeño y cuidado invertido en el cultivo de cada perla, además de un color característico único en el mundo, le dan un valor agregado a las unidades cultivadas en la granja del campus del Tec de Monterrey en Guaymas y donde se encuentra la tienda matriz.

Esta empresa, con apenas 16 integrantes y una producción anual de 10,000 piezas, facturó en su mejor año (2007) poco más de 500,000 dólares; después de esa fecha, la recesión económica, la crisis sanitaria del 2009 causada por la influenza y el ambiente de inseguridad nacional han frenado su crecimiento.

Junto con otra empresa de menor envergadura y de nombre similar localizada en La Paz -sin guardar ninguna relación-, Perlas del Mar de Cortez es la única granja que cultiva y comercializa perlas en todo el continente americano.

Las limitantes de esto es que, al ser los únicos productores, al buscar ayuda por parte del gobierno tendrían que apoyar a una sola empresa y no a toda una industria, por lo que no hay tanta confianza como si fuéramos más, platica el entrevistado.

Poco apreciadas por connacionales

Nadie es profeta en su tierra. Somos gente que no conocemos nuestras perlas, comenta Arizmendi sobre el hecho de que en el país los compradores no ven con buenos ojos el diferente color que caracteriza a las perlas -las cuales se diferencian del paradigma de la perla blanca con un tono gris que puede ir acompañado de toda la escala policromática.

Por su rareza, esta característica es justamente lo que ha llevado a la empresa a colocar sus productos en joyerías de Suecia, Dinamarca y el principal escaparate joyero: Estados Unidos, por medio de sus dos principales distribuidores (Columbia GemHouse y Marc’Harit) donde, según el entrevistado, lo diferente cobra mayor valía, contrario a México.

El costo de cada perla varía en función de su tamaño, color y pureza de su superficie, alcanzando desde los 10,000 hasta 20,000 dólares.

El empresario explicó que, ante la competencia industrial que representan los gigantes perleros como China, Japón o Tahití, la estrategia para contrarrestar el volumen de producción de ellos es trabajar nuestra marca y el nombre, además de la imagen de México a nivel internacional .

Van por el DF

Perlas del Mar de Cortez prevé en este año ampliar sus operaciones a la ciudad de México, donde sus productos se comercializan en sólo dos joyerías.

eramirez@eleconomista.com.mx

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