Martino, el discípulo de la generación dorada de Newell’s

De vez en cuando en el barrio de Jorge Cura y el Boulevard Oroño, ubicado en Rosario, Argentina, siempre se reúne un grupo de amigos cuarentones y cincuentones. Pueden ser tres o seis, cuatro u ocho, e incluso cinco o nueve. Todo varía de quien esté disponible. Pero lo que nunca cambia es el itinerario: primero hacen un asado, lo acompañan con vino y terminan el día bebiendo mate, el té emblemático que consumen los argentinos.

“Casi nunca se habla de la familia, porque nos conocemos tan bien que la mayoría sabemos cómo se encuentra la de cada uno. Eso lo hablamos por WhatsApp o por llamadas. Pero en esas reuniones, lo que siempre hacemos, es hablar de futbol”, cuenta Ricardo Lunari, uno de los asistentes a esas reuniones.

¿Cómo no iban a hablar de futbol?

Todos, si no es que la mayoría, son entrenadores. Lunari, por ejemplo, dirigió a Millonarios de Medellín; Ricardo Gamboa —otro de los participantes— entrena a Nacional de Paraguay. Mientras que uno de los más exitosos: Gerardo Tata Martino, es el técnico del Atlanta United y el futuro entrenador de la Selección Mexicana, si no sucede algo imprevisible en su fichaje con la Federación Mexicana de Futbol.

Lunari y Martino se conocieron cuando jugaron en Newell’s Old Boys de Rosario, entre 1990 y 1992. El equipo era entrenado por Marcelo Bielsa —el extécnico de la Selección chilena y argentina— y también contaba con otros jugadores que hoy ocupan el banquillo de equipos europeos como Mauricio Pochettino en el Tottenham o Eduardo Berizzo en el Athletic.

Esa plantilla ganó dos títulos de la Liga argentina y el subcampeonato de la Copa Libertadores del 92.

“Bielsa era un obsesivo del futbol, que nos transmitió su locura por el juego a gran parte del plantel. Por eso 80% de los jugadores de aquel Newell’s nos convertimos en entrenadores. No sólo aprendimos los aspectos estratégicos del juego, también los valores que Marcelo tenía como filosofía de vida”, recuerda Lunari.

Los valores de los que habla Lunari son la honestidad, el trabajo en equipo, la disciplina, la humildad y la capacidad de priorizar un reto deportivo sobre un contrato millonario que ofrecen algunos clubes de futbol.

“Aunque parezca que trabajamos sólo por dinero, lo que buscamos los entrenadores es una constante de emociones fuertes. Es más redituable recordar emociones que contar dinero”, dijo Bielsa recientemente.

Es por eso por lo que Lunari cree que Martino decidió no renovar con el Atlanta United —en el que cobraba 7.5 millones de dólares anuales— y fichar con el Tri, en el que cobrará sólo 2.2 millones por año. Su excompañero cree que encontrará emociones más fuertes en México que en la MLS.

Martino no es el único de aquella generación de Newell’s que ha declinado mejores ofertas económicas para fichar por otro equipo que le ofrece un salario menor. Pochettino, por ejemplo, decidió quedarse en el Tottenham y rechazar una oferta del Manchester United, el equipo más rico del mundo, según la revista Forbes.

“Gerardo es tranquilo, recto y le gusta tener un equipo o una selección en el que pueda desarrollar un proyecto. Le gusta que los directivos sean honestos con él y no teme renunciar al cargo cuando siente que lo están difamando. Por eso renunció a la Selección argentina y no porque le debieran una parte de su salario”.

Ese plantel de Newell’s dejó tan marcado a Martino que a su excompañero Jorge Theiler —quien coincidió con él en el club rosarino de 1983 a 1989— lo convirtió en su auxiliar desde que tomó la dirección técnica de Paraguay (2006).

Ahora, con la indecisión de Theiler de acompañar a Martino a dirigir al Tri, el entrenador podría sumar a su cuerpo técnico a Norberto Scoponi, exarquero con el que coincidió en Newell’s entre 1982 y 1994.

Martino tiene un lazo tan fuerte con Scoponi que es padrino de uno de sus hijos.