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La natación vuelve a ser terrenal
El fin de semana inician las pruebas; ahora conseguir una marca mundial es toda una proeza, como debe ser.

El Mundial de Natación parece dejar de ser un espectáculo para todos aquellos que quieren ver marcas mundiales rotas. Roma, en el 2009, marcó un antes y un después en la historia de la natación, pues fue el año de los trajes de baño con avanzada tecnología, los cuales crearon una gran polémica y dejaron muestra de su eficacia al haberse implementado un total de 43 récords mundiales.
Sin embargo, la etapa de los grandes récords parece que ha llegado a su fin, puesto que los bañadores milagrosos fueron reglamentados en el 2011 y ahora romper una marca, con trajes comunes y corrientes y sin la ayuda de la tecnología, parece una misión imposible.
DE BEIJING A ROMA, 43 RÉCORDS
La prueba más grande de la evolución de las marcas se dio en los ?Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
En los 50 metros libres masculinos, el récord de Alexander Popov, establecido en el año 2000, fue superado por cinco de los ocho finalistas en Beijing y todos ellos bajaron de los 22 segundos, una increíble hazaña que se antojaba difícil de superar.
Similar es el caso de los 100 metros libres, en el que los cinco primeros batieron la marca establecida cuatro años antes en los Juegos de Sydney 2000.
En el 2009 la influencia de los trajes milagrosos fue incuestionable. Quienes los usaron dijeron que mejoraron hasta 2 segundos en promedio sus marcas.
Irónicamente, el único hombre que desafió a la naturaleza se llama Michael Phelps, pues fue el único nadador de los que rompió un récord sin el bañador del futuro. Hasta hoy, el Tiburón de Baltimore tiene en su poder el récord mundial de los 100 y 200 metros mariposa, los 4x200 libres y 4x100 combinados, todos impuestos en el Mundial de Roma.
Además, cuenta con la marca del orbe de los 400 metros combinados y de los 4x100 libres, récords que nadie ha logrado batir desde los Juegos Olímpicos del 2008.
ROMA Y EL TRAJE MILAGROSO,?EL FIN DE UNA ERA
Luego de la polémica desatada por la tecnología implementada en los trajes de baño para los Mundiales de Roma 2009, la Federación Internacional de Natación (FINA, por su sigla en inglés) prohibió el uso del famoso traje de poliuretano; ya para Shanghai sólo dos marcas se rompieron: Ryan Lochte, en los 200 metros combinados, impuesto por Phelps en el 2009, y Sun Yang, quien impuso el récord del orbe en los 1,500 metros libres.
Para Londres 2012, las cosas no fueron demasiado distintas: sólo tres récords mundiales en la rama varonil y cinco en la rama femenil se impusieron durante las competencias olímpicas, lejos de lo que antes se había hecho en este tipo de pruebas.
Hoy, en Barcelona, ya sin trajes de baños milagrosos y sin Michael Phelps, otrora rey del agua, la natación parece un deporte 100% terrenal, con marcas que se antojan inquebrantables y que serán el reto de muchos nadadores.
cristina.sanchez@eleconomista.mx
rgs