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Damián Suárez: el arte como plataforma de cambio
El artista venezolano radicado en México desarrolla una práctica cultural, política y transformadora a través del arte textil, el performance y la gestión cultural, desde S.S. Galerie

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Radicado en Ciudad de México, Damián Suárez ha consolidado una trayectoria de autogestión y conciencia política crítica. Su vida ha estado atravesada por la violencia estructural, la discriminación y el desplazamiento, realidades que ha transformado en materia simbólica y estética. Desde sus inicios, ha decidido no reproducir la lógica del dolor sino resignificarla mediante una poética del poder.
Para el creador y curador, “el arte no es un refugio, es una trinchera. No me interesa estetizar la violencia ni hablar desde la victimización. Me interesa pensar cómo nos apropiamos de los lenguajes, espacios y capital simbólico para invertir las relaciones de poder”. Esta postura ética y estética es la base de un arte activo y comprometido con las urgencias sociales. Su práctica emerge de la necesidad de dar sentido a experiencias de precariedad y estigmatización. Utiliza el performance, la instalación, el archivo, el texto y la gestión cultural para responder a contingencias históricas desde una perspectiva interseccional que articula lo personal y lo estructural. Cada proyecto colectivo es una intervención política que desafía hegemonías.
Desde los márgenes
Suárez ha elegido construir desde los márgenes, espacios invisibilizados pero llenos de memoria, fuerza y lenguaje propio. “Me interesa habitar el margen como lugar de enunciación, no condena”.
Esta decisión lo ha vinculado con comunidades migrantes, colectivos racializados y disidencias sexuales, forjando una red afectiva y política de colaboración. Para él, el cuerpo es archivo y territorio; encarna la herida y la posibilidad de reparación.
“Trabajo con el cuerpo porque ahí se inscriben las violencias, pero también las fugas”, explica.
Además de artista, Suárez es un líder cultural y creador de estructuras para la autonomía artística. Ha fundado espacios y plataformas que visibilizan a artistas fuera de los circuitos convencionales, acompañando procesos colectivos con visión ética y transformadora.
“No hay diferencia entre hacer arte y hacer estructuras para que ese arte exista. Soy artista, mediador, curador, organizador. Todo forma parte del mismo gesto: abrir camino para otres”, señala el también activista
Fundador de S.S. Galerie, en Ciudad de México ubicada en Av. Benjamín Franklin 201, un laboratorio de pensamiento crítico, comunidad y resistencia que surgió como extensión de su estudio.
“Es posible usar recursos del mercado para construir una estructura que no se alinee con ninguna hegemonía, sino que redistribuya hacia proyectos con impacto real en comunidad. La clave está en no perder la intención: cuestionar, proponer, resistir”, comparte Damián
Espiritualidad y resistencia
Suárez desarrolla una línea curatorial clara que atiende contingencias urgentes y visibiliza voces marginadas. Ha trabajado con colectivos como Afrochingonas, Les Copains d’Aborde, organizaciones de exiliados venezolanos y artistas queer y racializados, que entienden el arte como herramienta transformadora. Su labor curatorial va más allá de la gestión; es un compromiso ético y político que potencia narrativas diversas y urgentes. La espiritualidad es una dimensión fundamental en su práctica, entendida como ética que permite mantener un centro ante el colapso social.
“Vengo de una cultura donde los rituales, la energía de los materiales y la relación con la naturaleza están vivos. Frente al deterioro institucional en América Latina, esa dimensión es un ancla”, afirma. Esta espiritualidad se articula y aporta resistencia profunda frente a las múltiples crisis latinoamericanas.
Integra su formación internacionalista con una sensibilidad estética profunda. Emigró a los 23 años y vivió en Chile y Argentina antes de establecerse en México.
Su obra textil, reconocida por la exigente precisión técnica y fuerza conceptual, utiliza kilómetros de hilo sobre estructuras de madera para construir composiciones geométricas con efectos ópticos contemplativos. Explora tensiones como migración, identidad fragmentada y memoria, dando forma tangible a su pensamiento crítico.
La estética del poder: un libro en construcción
Actualmente, Suárez desarrolla La estética del poder, un libro que conecta el arte óptico-cinético venezolano con su uso como símbolo de legitimación política desde la era petrolera hasta hoy. Este proyecto reúne reflexiones, archivos y registros de procesos colectivos, configurándose como una herramienta pedagógica para futuras generaciones.
“Quiero que un estudiante de arte lo lea dentro de diez años y encuentre en él la historia de un artista posible. Que comprenda que no se necesitan privilegios para construir un lenguaje poderoso, y que desde el desplazamiento, la pobreza o el rechazo también se puede generar obra, discurso y estructura”, explica.
Nuevos proyectos y perspectivas
De manera paralela, Suárez prepara una instalación inmersiva en un edificio en obra negra diseñado por el despacho Sordo Madaleno. Con esta instalación, Suárez explora la relación entre espacio, luz y percepción. Será una extensión física y simbólica de su investigación sobre poder, estética y estructura.
Para el artista, curador y activista, el margen no es precariedad, sino potencia. Desde lo vulnerable, lo no evidente y lo colectivo, el venezolano imagina nuevas posibilidades para el arte latinoamericano, desafiando modelos hegemónicos y abriendo caminos transformadores.