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“Una película de policías” o por qué hablar de un cinta sin (tantos) spoilers

¿Documental o trabajo de ficción? Qué más da. El tercer largometraje de Alonso Ruizpalacios se proyecta en competencia, en la edición 19 del encuentro fílmico y alista su debut en Netflix el próximo 5 de noviembre; un atrevido y brillante trabajo de edición.

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El filo de la media noche en la Sala 4 del complejo Cinépolis Centro, una de las tan acostumbradas sedes del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM). La sala, prácticamente llena. Dos rondas de aplausos para el largometraje “Una película de policías”, que la noche de este jueves tuvo su premier en nuestro país dentro de la competencia de Largometraje Mexicano en la edición 19 del encuentro fílmico.

Es el tercer largometraje en la breve —pero meteórica— trayectoria del cineasta Alonso Ruizpalacios (Ciudad de México, 1978), quien estuvo presente en la proyección junto con productoras, actores y aquellos que no actúan pero aparecen en esta cinta que diluye —es más, juega con— los límites entre la ficción y el documental.

¿Cómo hablar de una cinta cuyos atributos más vale no detallar y mejor delegar al factor sorpresa en favor del espectador? Qué ganas de contarla toda, completita, señalar esto y aquello, cualidades del ya característico desenfado de Ruizpalacios para romper la cortina entre la perspectiva cinematográfica y la historia que se cuenta, con una habilidad encomiable para entrar y salir de los formalismos narrativos. ¿Cuándo se nos impuso la cultura del silencio y el ahora recurrente anglicismo “spoiler”? ¿Qué tiene más valor, el trabajo de construcción narrativa en sí o el efecto deus ex machina? Más vale no entrar en asperezas… pero, si existe el falso documental, ¿existe la falsa ficción?

Dejémoslo así: de entrada y en el tráiler mismo, el largometraje se presenta como “un documental de Netflix” que, por cierto, se estrena el 5 de noviembre en la plataforma streaming.

Aunque no es un secreto que la cinta está protagonizada por los actores Raúl Briones y Mónica del Carmen, quienes, a partir de un exhaustivo y documentado trabajo de apropiación de personaje, encarnan a una pareja de expolicías de la vida real.

En la nota “La civil, una búsqueda inexorable en el filo del realismo y la ficción”, publicada en la edición del 28 de octubre de este diario, el que escribe destacaba el temple de la directora Teodora Mihai y del guionista Habacuc Antonio de Rosario para narrar una ficción que, como el título anticipa, recurre a mañas técnicas de documentalista.

Y después de presenciar la cinta en la Sala 4 del complejo de proyecciones en la zona centro de la capital michoacana, el que escribe entró en un dilema: “¿realmente me voy a repetir? ¿Señalaré de nueva cuenta la disolución de la ficción y el documental? ¿Es una tendencia en la cinematografía mexicana? Prometo averiguarlo”.

De vuelta a los aplausos

Retomemos la escena sobre el final de la primera proyección de “Una película de policías” en nuestro país, en el marco del FICM. La segunda ronda de aplausos se prolongó aún más. El elenco de la cinta, las productoras Elena Fortes y Daniela Alatorre, así como Teresa y Montoya, la pareja de expolicías sobre los que, de muchas maneras recae la cinta, permanecían de pie, agradeciendo el afecto de los presentes en este primer contacto de la película con el público que mejor la sabrá entenderla por su considerable contenido idiosincrático mexicano.

Los créditos habían terminado y el público permanecía en las butacas. Una persona cercana a donde estaba Ruizpalacios le dijo: “nunca antes como en este momento se hubiera agradecido hacer un Q&A (sesión de preguntas y respuestas). Parece que la gente tiene mucho que preguntarles”.

Y no hubo una sesión de preguntas y respuestas, como se estila al final de algunas proyecciones en el festival, sobre todo cuando los responsables están presentes, pero Ruizpalacios, los actores, así como Teresa y Montoya eran abordados por varias personas en el pasillo de la sala: pedían firmas, tenían preguntas, querían abrazarlos. Una joven, notablemente conmovida, simplemente se soltó a llorar en brazos del actor Raúl Briones. Vaya capacidad de sensibilización de esta cinta. Vaya conciencia estética a la hora de filmar. Vaya atrevimiento de su director para romper la norma.

Una vez vista las películas, todo cobra sentido: merecido Oso de Plata a la Contribución Artística de la pasada edición de la Berlinale para Yibrán Asuad por su trabajo en la edición de la cinta.

 

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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