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Arte e Ideas

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Bellas Artes: una aproximación

Ay, Bellas Artes, qué sería del DF sin tu postal. Eres bello como un pastel de 15 años.

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La semana pasada me llegó el correo de un lector, digamos, descontento. No le gustó que comparara el Palacio de Bellas Artes con un pastel de 15 años. La comparación le pareció, supongo, irrespetuosa.

Creo que no podría esperarse menos: Bellas Artes es después de todo uno de nuestros edificios más queridos. Pensé durante un rato cómo describir al sagrado palacio de una manera mejor, más acorde con los sentimientos que nos genera casi a todos (no obstante, me quedo con mi comparación con el pastel; también el pastel simboliza algo entrañable y exuberante).

Bellas Artes nació como un proyecto de la vanidad de Porfirio Díaz. Un pseudorreino, como México bajo su gobierno, merecía un regalo extravagante que celebrara lo sublime. El palacio se empezó a construir en 1904 y se terminó hasta 1934, ya pasada la agitación revolucionaria. Adamo Boari, el arquitecto original de la obra, huyó del país cuando la guerra, pero dejó atrás varios documentos con la información necesaria para terminarlo. Pensemos: nacido como concepto durante el porfirismo, completado cuando nacía el México moderno. Es un poco de ambos mundos: amor por Europa y amor por una nueva identidad mexicana.

Nunca me han impresionado sus murales, para ser sincera, pero es imposible no mirarlos con cierta reverencia; también ellos son testigos del origen binario de Bellas Artes. Son obra de David Alfaro Siqueiros, quien en su pieza celebra la democracia; Jorge González Camarena, que hace lo mismo con la libertad y el hombre nuevo de la revolución (la revolución institucionalizada); Diego Rivera se dedica al universo (de todos los murales en el palacio es el que más me gusta, aclaro por si había dudas) y Orozco hace una obra ambigua llamada Katharsis que critica a la sociedad tecnificada, un peligro que seguramente esperaba se combatiera viendo óperas y obras de teatro en el nuevo recinto.

Bellas Artes y sus teatros son muy bonitos, a pesar de que a veces no se escucha bien en gayola, donde nos sentamos los malportados que no tenemos para los boletos de abajo. Quisiera decir que soy una asidua a sus espectáculos, pero he ido pocas veces. Prometo ir más seguido... Bueno, voy mucho a exposiciones, ¿eso limpia mi falta?

Ay, Bellas Artes, qué sería del DF sin tu postal. Eres bello como un pastel de 15 años.

concepcion.moreno@eleconomista.mx

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