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Amenazas de muerte
Los amigos de Rafael Pérez Gay ?y Héctor de Mauleón.
En fechas recientes, los escritores Rafael Pérez Gay y Héctor de Mauleón han recibido amenazas de muerte en sus redes sociales. Ambos son inteligentes, su literatura y periodismo son de lo mejor de México y, además, son buenas personas, queridas por la comunidad literaria del país.
En el caso de Rafael, él mismo escribió una crónica en el periódico Milenio en la que cuenta cómo un problema entre vecinos se convirtió en una historia de terror.
Dice que el domingo 18 de septiembre, en la casa de al lado de la suya, había sonado música estridente durante todo el día. De manera que, el lunes, a la una de la madrugada, se levantó de la cama para pedirle a su vecino, un muchacho amable de alrededor de 30 años, que si por favor podía bajar el ruido de su fiesta. Éste se disculpó, templó el volumen y la discrepancia acabó en un acto civilizado.
Dos horas después, sin embargo, regresó el escándalo y, Rafael, de nueva cuenta fue a pedir un poco de paz. En esta ocasión, atrás del muchacho, apareció un cuarentón con ganas de pelea que colmó de insultos a Pérez Gay para, una vez que otros invitados del vecino impidieran que se liaran a golpes, el sujeto amenazara de muerte al escritor y a su familia.
Una historia así, las bravuconadas de un borracho, no merecería mayor preocupación; lo grave del asunto es que se sabe que, en dicha casa, la que está al lado de la de Rafael, entran y salen paquetes, entregan cosas, van y vienen mensajeros en la noche , y eso no es buen augurio en un país como México; además, desde el incidente, en las redes sociales de Pérez Gay han aparecido cualquier cantidad de mensajes intimidatorios.
El caso de Héctor es un poco más complejo y difícil de resolver. Quien lee sus columnas en El Universal sabe que se trata de un periodista profesional, serio, con buenas fuentes, equilibrado en el manejo de la información y, por lo tanto, un peligro para la gente o grupos que suele investigar.
No hay duda de que a muchos delincuentes y políticos les gustaría sacar a De Mauleón del circuito periodístico, pero hará cosa de un mes que Héctor dio a conocer la existencia de un grupo criminal en la colonia Condesa y, con ello, no sólo obligó al susodicho a abandonar la plaza, sino que también logró que las autoridades delegacionales actuaran en consecuencia, investigaran la zona y, aunque no hubo detenidos, hicieran como que trabajaban.
Los cierto es que, desde entonces a la fecha, Héctor ha recibido las más variopintas amenazas de muerte, la mayoría en su cuenta de Twitter. No obstante, es improbable que se deje intimidar, lo cual nos llena de preocupación a sus amigos. Yo le acabo de llamar por teléfono para ofrecerle un sitio seguro mientras que se enfrían las notas acerca de ese grupo, a lo que me contestó con una broma.
¿Qué se puede hacer entonces?
Aunque tanto Rafael Pérez Gay como Héctor de Mauleón ya cuentan con cierta seguridad que los cuida, se me ocurre dejar en claro que, si les llegara a suceder algo, sus amigos que somos legión utilizaremos nuestras tribunas para?denunciar una y otra vez los casos en que ambos periodistas están trabajando, convirtiéndonos en una pesadilla, ya para los criminales, ya para la autoridad que les debe de brindar seguridad, no porque sean escritores o periodistas, sino porque son ciudadanos comunes y corrientes que a diario trabajan, de manera honrada, para que esta ciudad no se convierta en la oscuridad que puebla a casi todo el país.
No se trata, pues, ni de esconderse ni de intimidarse; se trata, por el contrario, de hacerse visibles, multiplicarse, para que los delincuentes sepan que no amenazan a una o dos personas, sino a un gremio que no dejará de perseguirlos para revelar sus atrocidades.