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Derrotar a la 4T en la imaginación popular
Opinión
En el artículo de la semana pasada señalé que el gobierno de Claudia Sheinbaum ejerce un autoritarismo “suave”, que en general no reprime abiertamente, pero cierra espacios políticos a las oposiciones y destruye o subordina a las instituciones utilizando trampas como la sobrerrepresentación o las elecciones amañadas y cambios legales a modo. Al mismo tiempo, ataca a los medios a los que descalifica utilizando información de todo tipo, sea confidencial o inventada.
También cerca a los periodistas críticos, a los intelectuales disidentes y a los ciudadanos que no están de acuerdo con el proyecto de la 4T. Nada más basta ver la cantidad de profesionales de la comunicación que han salido de los medios más influyentes para sospechar que algo está pasando. Esto se confirma por los señalamientos de organizaciones internacionales (Artículo 19, Reporteros sin Fronteras u organismos especializados de la ONU).
Todo esto ha conformado un eficiente mecanismo de control social basado en dos pilares: vastos recursos económicos y una machacona narrativa nacionalista y reivindicativa. Habiendo ganado López Obrador la elección de 2018 de una manera legítima, se dio a la tarea de recanalizar todos los recursos que consideró disponibles (fondos de emergencia, fideicomisos, e incluso recortes a salud, educación y otros rubros) para rediseñar el aparato gubernamental a fin de garantizar que becas y pensiones se dieran de manera que los receptores le estuvieran agradecidos a él en lo personal.
Hay bases para sospechar que otro tipo de recursos de los que echó mano durante sus 20 años de luchas provinieron de fondos públicos de gobiernos afines, como el de la Capital, de grandes capitales empresariales y, por supuesto, del crimen organizado que siempre trata de llegar a acuerdos. La misma existencia actual del huachicol fiscal demuestra esa complicidad entre funcionarios y cárteles. Si se proyecta al pasado las sospechas se vuelven tangibles.
La fuerza de la narrativa se basa en muchos factores que sería largo enumerar, pero que básicamente convence a grandes masas de que el pasado era injusto y no los tomaba en cuenta y que ahora el “pueblo” es el que toma las decisiones. Tampoco hay que creer que todos los votantes morenistas creen lo que les dicen, simplemente a muchos les conviene acomodarse a una situación que les beneficia.
Pero, como se afirmaba la semana pasada, estos dos pilares se están deteriorando. Los recursos se están reduciendo y la economía no puede despegar debido a situaciones externas e internas. ¿Qué va a pasar cuando se tenga que echar mano de préstamos para canalizarlos a los programas sociales o simplemente estos empiecen a retrasarse?
El deterioro de la narrativa es más alarmante. ¿Austeridad?, ¿honradez? Estas ideas que ayudaron AMLO a triunfar están ausentes de las vacaciones en hoteles de lujo, compra de ropa cara u obras de arte de medio millón de pesos. En un reciente reportaje del New York Times acerca de los lujos y la ostentación de personajes importantes de la 4T, se recoge la opinión de votantes morenistas y su rechazo a estos gestos que, en los hechos, significan traición al credo de López Obrador.
El caso de Adán Augusto López Hernández es especialmente dañino por su relación con su exsecretario de Seguridad, Hernán Bermúdez Requena, y los 79 millones de pesos aparecidos de la nada. El huachicol fiscal y los 600 mil millones de pesos es tan grave que la presidenta Sheinbaum está haciendo todo lo posible por barrerlo bajo la alfombra como ha hecho con el Rancho Izaguirre, el Metro Olivos y muchos otros asuntos que muestran quienes son los integrantes de la 4T.
Pero que nadie se engañe. El declive de la 4T no parece inminente y, por otro lado, no se ve el ascenso de alguna otra organización política que la pueda reemplazar. Los gobiernos autoritarios primero se derrotan en la imaginación popular y luego en la vida real. El ejemplo del PRI es un claro caso de esto. El Tricolor estaba derrotado desde finales de los años 80. La gente empezó a creer que podía ser vencido, como finalmente sucedió en el año 2000. Actualmente, ni las oposiciones partidarias ni la población creen en la derrota de MORENA. Pero medios y críticos estamos haciendo lo correcto: hay que señalar sus errores mortales, su manipulación, su falta de compromiso real con la salud y la educación.
El talón de Aquiles de MORENA es su dependencia de un hombre, AMLO. El PRI creía en su sistema sexenal, cada seis años era encumbrado un hombre que al concluir su mandato era condenado a un ostracismo político. Esa dependencia de la 4T y sus escándalos son su debilidad. Los propios morenistas están siendo los enterradores de su edificio. Procuremos que no nos caiga encima.