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Opinión

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#YoSoy132, ¿apartidista?

El candidato del PRI y del Partido Verde Oportunista a la Presidencia de la República por medio de una carta justificó ante el movimiento estudiantil #YoSoy132 su ausencia del primer debate presidencial ciudadano. Peña Nieto consideró que no había condiciones de imparcialidad y neutralidad para asistir a la confrontación de ideas entre candidatos.

No obstante pregonar que es apartidista, el movimiento #YoSoy132 ha demostrado ampliamente su animadversión por el priísta, paradójicamente el más joven de los aspirantes a la Silla del Águila. Supuestamente, los jóvenes deberían identificarse, mostrar empatía con el aspirante más cercano a su edad. Sin embargo, ocurre lo contrario: Los estudiantes del precitado movimiento perciben a Peña Nieto como uno de los viejos integrantes del priísmo de siempre: autoritario, proclive a centralizar el poder y a controlar a los legisladores y autoridades electorales.

Este textoservidor se declara admirador de #YoSoy132; pienso que con su frescura vinieron a sacarnos del marasmo a las anteriores generaciones que caímos en el conformismo y, que con su ejemplo, nos abrieron los ojos para, como diría José Alfredo, sacar juventud de nuestro pasado y unidos con ellos luchar por un país mejor, más justo y democrático.

Sin embargo, a reserva de continuar, en una próxima colaboración, con los elogios al movimiento que vislumbro como un parteaguas en la futura relación gobierno-medios-sociedad, así como dedicar un comentario al planteamiento de una serie de cuestionamientos que su advenimiento genera; hoy siento la necesidad de hacer ver que no me parece justo llamar apartidista a un movimiento que ha agarrado de bajada a uno de los contendientes a la elección presidencial del próximo 1 de julio. El movimiento #YoSoy132 está en su derecho de mostrar aversión al político Peña Nieto. Podría hasta llamarse #YoSoy 132 vs Peña. Lo que no se vale es ser antipeñanietista y, al mismo tiempo, declararse apartidista.

Los amigos de Peña

Por supuesto que no es gratuita la mala relación entre los jóvenes -estudiantes en su mayoría- y el candidato del PRI. Éste, por su manera de actuar apegada a las viejas fórmulas del más anquilosado priísmo, así como su talante conservador en los dichos y en los hechos, aunado a su desafecto por la lectura que puso de manifiesto en la FIL, no logra conectar con la juventud de clase media ilustrada.

A lo anterior habrá que agregarle la amistad que Peña ha cultivado con impresentables compañeros de partido, con algunos, supongo, por verdadero afecto e identificación; con otros, quiero suponer que con la gran mayoría, por puro interés político en aras del apoyo que le brindan.

El catálogo de amigos (de lo ajeno) lo encabeza don Arturo Montiel Rojas, de quien se dice que es tío de Peña, cosa que no se ha comprobado y además es irrelevante. Lo que sí tiene relevancia e incide en la simpatía o antipatía que el candidato tricolor proyecte ante determinados sectores sociales es que Montiel Rojas fue acusado de corrupción cuando fue Gobernador del Edomex. En el momento de designar a su sucesor se convirtió en el principal impulsor de Enrique para que fuera Gobernador del estado y tapadera de sus transas -no necesariamente en ese orden.

El elenco de amigos estaría incompleto sin la presencia del distinguido priísta Humberto Moreira, quien llegó a la Presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del Revolucionario Institucional en gran parte por el apoyo del mexiquense y renunció a dicho cargo por sugerencia del mismo. Muy bailador y sácale punta el coahuilense tuvo que renunciar y quedarse muy calladito en la sombra cuando fueron descubiertos sus malos manejos administrativos -atisbos de corrupción que, por lo visto, quedarán impunes con el apoyo de su hermano al que dejó en calidad de tapadera y Gobernador, en ese orden.

Desde luego que Peña Nieto no ha podido sustraerse a la nefasta adhesión de ciertos personajes políticos cuya amistad debe aceptar y con ello comprobar en carne propia la vieja conseja: En política no hay amigo pequeño . Anote usted en esa nómina a: Ulises Ruiz, Fidel Herrera Beltrán, Javier Duarte, Rodrigo Medina, Emilio Gamboa -le damos pa’atrás a esa chingadera-, Manuel Cavazos, Tomás Yarrington, Eugenio Hernández y un amplio etcétera que enmarca a líderes sindicales de la categoría de Carlos Romero Deschamps -futuro Senador de la República del No Pasa Nada- al que Peña llamó mi amigo y líder de los petroleros, dirigente trabajador . Sólo le faltó agregar: Padre ejemplar .

Pero, ninguna amistad le ha causado más daño al candidato nativo de Atlacomulco como la supuesta con Carlos Salinas de Gortari. Por más que Peña se empeña en declarar que con el Chupacabras sólo tiene la misma relación de respeto que con los demás expresidentes. Éste se ha empeñado en demostrar una especie de padrinazgo que molesta al mexiquense por las opiniones negativas que le acarrea.

El periodista y escritor, Luis Aldana, escribió en el 2010: Empeñado en la ‘normalización’ de su vida pública, Carlos Salinas de Gortari dejó sentir su influencia sobre Enrique Peña Nieto desde antes de que iniciara el gobierno del sucesor de Arturo Montiel. Ahora, crecientes rumores al interior del peñismo señalan que existe un distanciamiento entre el expresidente y el precandidato presidencial más aventajado del PRI . (...) La razón de este distanciamiento es para evitar la carga negativa del expresidente . De ser cierto este rompimiento, la mayoría de los ciudadanos interesados en política no lo hemos percibido así. La idea generalizada es que Salinas ejerce influencia sobre el candidato.

Por si fuera poco, a los amiguitos -sea por convicción, sea por necesidad-, que tiene que aguantar Peña y que le transfieren sus imágenes negativas, ahora se agrega el del expresidente Fox que ya lo da como ganador indiscutible -este arroz ya se coció- de la elección del cercano 1 de julio. Lo que tiene de deslenguado lo tiene de oportunista.

A pesar de tantas influencias negativas, Enrique Peña Nieto marcha como puntero y gran favorito para ser el próximo Presidente de la República. Afortunadamente para él encontró como coordinador de su campaña -la inteligencia detrás del trono o debajo del copete si usted así lo prefiere- a un hombre sumamente lúcido: Luis Videgaray.

Más allá del cuchi-cuchi

Un hombre viajaba en un crucero y naufraga. Se salvó del naufragio y se refugio en una isla donde sólo había plátanos y cocos. Cuatro meses después, ve que se acerca remando una lancha una guapísima mujer con la que sostiene el siguiente diálogo: ¿De dónde vienes? Del otro lado de la isla, yo también naufragué. Esta lancha yo la hice: entretejí el fondo del bote con hojas de palmeras. Los lados los hice con hojas de gomeros y los remos con ramas de árboles. ¡Qué maravilla! Pero, ¿de dónde sacaste la herramienta? Encontré roca aluvial, la trituré y quemé. La temperatura la convirtió en una especie de hierro dúctil con el que hice la herramienta. Ven. Te invito a mi casa.

Suben a la lancha y van al otro lado de la isla donde la mujer ha construido una cómoda cabaña. Siéntate. ¿Qué tomas? Estoy harto del agua de coco. Pero yo fabriqué una pequeña destilería. ¿Quieres una piña colada?

La suculenta mujer le sirve piñas coladas a discreción. A la tercera le dice: Me voy a refrescar un poco y a ponerme algo más cómodo. Si gustas puedes ducharte y afeitarte. Hay una rasuradora en el baño. Al hombre ya no lo sorprende nada. Se ducha y afeita con una navaja muy afilada hecha con la caparazón de una tortuga.

Regresa a la sala. La mujer sólo tienes tres hojas de vid en lugares estratégicos y huele a perfume de gardenias. El hombre se sienta a su lado. Ella se le echa encima y le dice: Hemos vivido solos durante muchos meses. Estoy segura que debe de haber algo que quieres hacer de inmediato. Algo que has añorado desesperadamente. Él traga saliva y excitado le dice: No manches, a poco tienes tele para ver el fut.

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