Buscar
Opinión

Lectura 5:00 min

Romper con España

Los españoles están vinculados afectivamente con su país mediante la identidad colectiva y el sentimiento de pertenencia, a menudo banal o inconsciente, también entre los colectivos más supuestamente internacionalistas, antinacionalistas o de la izquierda, incluida la izquierda "alternativa".

Es normal, es una necesidad humana pertenecer e identificarse con una colectividad, como todos los ciudadanos de cada país. Están "enamorados", a menudo sin saberlo, y siempre se lleva mal escuchar críticas o hasta insultos a tu hijo, pareja, madre, amiga, etc...("de la sangre podrás decir pero no querrás escuchar").

En el caso español, como en otros imperios, esta vinculación está viciada de origen y hace falta ir a la raíz de las causas. 

En el caso de España, particularmente, se sobrepone su “identidad nacional” sobre otras naciones, imponiendo sus leyes, cultura y lengua a la fuerza, hasta pensar que todos somos iguales, iguales a ellos claro está, y esto parte del error de "confundir" su identidad nacional castellana con España, la península (que ha incluido Portugal durante mucho tiempo y todavía ciertas corrientes imperialistas castellanas lo contemplan) y también, en su día, con los pueblos americanos. Ustedes en México lo saben bien.

El hecho imperial español es de diferente esencia al anglosajón o el catalán (en su día), que es más de carácter comercial y de tener en cuenta los temas de hechos diferenciales.

El trato de Nación a Escocia, Gales o Irlanda, en el caso Inglés, o el trato de Catalunya a Nápoles, Sicilia, o hasta a Aragón durante los 600 años que duró la Corona Catalano-Aragonesa (1137- 1714) en forma de Confederación (que en cierta manera fue una donación al Conde de Barcelona, máximo soberano de Catalunya, para no caer en manos de Castilla, con quien se rompió el acuerdo inicial justamente un año antes, 1136) sería un claro ejemplo, cosa que no está exenta también de abusos y discriminaciones de otro tipo, vaya por delante.

Cualquier desactivación del imperialismo o "nacionalismo" español banal pasa por desconstruir la propia identidad, este vínculo de pertenencia que comentábamos al principio, para, una vez analizado fríamente, extraer el virus que lo hace tóxico, tal como hicieron la mayoría de alemanes con su vínculo de pertinencia frente al nazismo y los “pecados” de su país, que tanto daño hicieron al mundo, por poner un ejemplo más evidente. 

Hace falta humildad, es necesario saber bajar la cabeza y aceptar la culpa para sanar los problemas de identidad de la sociedad española, también por su propio interés.

Pero esto, tanto por historia en el pasado, como también en el presente (Referèndum del 1-0ct. en Catalunya, acusaciones de Terrorismo al Independentismo Catalàn del “Procés”, tan actual esta semana, etc..) y en el futuro, durante muchos siglos al menos, por ser el país de "Fuenteovejuna" y de los de "Mantenella y no enmendalla" es imposible. 

La racionalidad no  tiene cabida en este caso. La Sagrada indisolubilidad del Reino de España estará siempre por encima de la democracia y de los derechos humanos, como se recoge en el artículo 2 y el artículo 8 de la Constitución Española, entre otros.

El mayor favor que les podemos hacer los catalanes a la larga es coger, por derecho de  restitución, lo que nos toca como Nación: nuestra soberanía e independencia. 

No hay otra. Por nuestra propia salud nacional, tan necesaria en estos momentos.

Hace falta romper con  España. Concretamente con Castilla, porque España como Nación no existe ni ha existido   nunca. Ha existido el Estado, el Reino, la Monarquía Hispánica, pero no el pueblo.

Y, finalmente, hablando del pueblo castellano de a pie, confunde Unidad con una falsa igualdad, y confunde Independencia con destrucción de su tóxica identidad de su país artificial. Se sienten "obligados" y “atacados” por los catalanes en su mal entendido “Yo” profundo.

Los catalanes luchamos por nuestra sobrevivencia nacional. Ellos piensan (con muy pocas, y por ello honrosas excepciones), que también defienden la suya. Por eso los españoles más beligerantes, a la práctica, serán siempre violentos, sobre todo sabiéndose con el apoyo de la fuerza policial, judicial, política, de los "mass media" y militar (que nos ocupa como país); y los más "pasivos" estando siempre con la indignación a flor de piel, y con miedo o desconfianza, ya que se sienten atacados en su existencia, por muy irreal que ello sea.

Los imperialistas conscientes, o las grandes estructuras de estado, sienten este ataque con  razón, porque lo son de mutuo propio de imperialistas. Solo entienden el lenguaje del vencedor, como ustedes aprendieron en su día amigos mexicanos. Pero la mayoría de los españoles olvidan que la perseverancia es más fuerte que la soberbia.

*El autor es licenciado en Geografía e Historia.

 

Temas relacionados

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Últimas noticias

Noticias Recomendadas