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Me mataron al Bryan
Martín y Bryan Almanza son, simple y sencillamente, daños colaterales como muchos otros, casos lamentables en nuestro país.
El comunicado de la Secretaría de Gobernación fue titulado Sobre las agresiones ocurridas a militares en Tamaulipas el fin de semana pasado .
Fue fechado el 8 de abril del 2010, cinco días después de la muerte de Bryan y Martín Almanza, de cinco y nueve años de edad, a manos de militares en Tamaulipas.
Al respecto de la muerte de estos dos niños, Gobernación indica en el tercer párrafo: Derivado de los enfrentamientos, en la secuencia de estas agresiones, fallecieron dos menores . Después dice: El gobierno federal se une a la pena que embarga a los familiares de los menores fallecidos ( ) y está procediendo a la investigación de los hechos para que, en su momento, de manera seria y clara sean informados primero los familiares y luego la opinión pública en cuanto a los resultados que determinan con claridad la dinámica de los hechos en que sucedieron estas pérdidas .
Tan sólo el lunes pasado en comparecencia ante el Senado, el secretario de la Defensa, Guillermo Galván Galván, dijo: A pesar de las muertes de civiles niños, jóvenes estudiantes y adultos en los enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas y el crimen organizado, la estrategia se mantendrá, son daños colaterales que son lamentables.
En otras palabras: Martín y Bryan son, simple y sencillamente, daños colaterales como muchos otros, casos lamentables .
Uno de los muchos problemas con la posición del gobierno federal es que en el caso de Bryan y Martín, como en el de muchos otros, la versión de los directamente implicados es radicalmente distinta. La mamá de los niños Almanza narró su aterradora experiencia en el programa radiofónico Atando Cabos:
A la hora y media de camino vimos un retén de militares, ellos no nos hicieron señas, ninguna parada, no tenían conos. Nosotros bajamos vidrios y la velocidad para que vieran a la familia, yo traía a mi niña de tres años enfrente conmigo, entonces no nos dijeron nada, y vi cuando uno de ellos volteó el arma y nos empezaron a tirar, ya sentimos los balazos.
Corrimos para salvar a los demás, mis tres niñas, mi hermana embarazada, mi sobrino de tres meses y mi hermano de ocho años. Nos tratamos de cruzar para el monte porque nos poncharon las llantas y lo único que pudimos hacer es salvar a los niños que nos quedaban, sería imposible que ellos no hayan visto tantos niños correr, todavía en el monte seguían disparando. Yo le gritaba a mi esposo: ¡me mataron al Bryan! y mi esposo lo que hizo fue ayudarme con una sola mano porque la otra se la desgarraron. Crucé a mi hijo que me mataron en los brazos, quise salvar al otro que se quedó en la camioneta y al momento en que abrí el vidrio de la cajuela me aventaron una granada, corrí, lo dejé ahí .
De acuerdo con recuentos de la propia familia Almanza, verificados por la Comisión de Derechos Humanos del estado de Tamaulipas, la camioneta en la que viajaba la familia tenía únicamente balazos en la parte trasera, lo cual hace poco creíble la versión de las autoridades militares de que los niños muertos fueron víctimas del fuego cruzado.
No había dos bandos, dicen los que sobrevivieron al ataque, sólo una familia aterrorizada corriendo hacia el monte.
El gobierno federal no tiene la delicadeza de comunicarse directamente con los padres de Bryan y Martín que, a través de los medios de comunicación, se ven obligados a pedir ayuda al presidente Felipe Calderón. Lo que sí hizo la administración calderonista es asegurar que está procediendo a la investigación de los hechos . La sola frase suena a burla.
afvega@eleconomista.com.mx