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Los coletazos del dinosaurio
Desafortunadamente, el dinosaurio sigue ahí y más agresivo que nunca. Con algunas modificaciones para evitar anacronismos, el siguiente texto, que publiqué en estas páginas el 31 de agosto de 2016, puede arrojar una luz en esta época de tinieblas, en la que nuestra democracia, la división de poderes, el estado de derecho y la libertad económica están en un grave riesgo. Yo siempre afirmé que sí podía saberse. Aquí la prueba:
“No es mi intención defender al gobierno del presidente Peña Nieto, pero ante la desazón de la sociedad mexicana cabe hacer una pausa y preguntarse los motivos que subyacen a la percepción generalizada sobre el mal desempeño del gobierno federal y el cúmulo de conflictos que parecen generarse en varias regiones y sectores del país. No cabe duda de que la corrupción irrita a la sociedad más que nunca, y qué bueno que así sea, pero ¿de verdad estamos frente al gobierno más corrupto en la historia de México [el de Peña Nieto]? ¿Es cierto que el país carece de rumbo y vamos al despeñadero, como dice López Obrador? ¿Qué es percepción y qué es realidad?
Hoy [2016] tenemos la inflación más baja de la historia, los créditos bancarios son accesibles para muchos que anteriormente sólo podían verlos a la distancia, el mercado interno crece como no lo hacía desde hace más de cuarenta años. Es cierto que el incremento de la población exige crecer a mayores tasas y de manera más rápida, pero para bien o para mal esto ya no depende solamente de decisiones internas sino del crecimiento de los Estados Unidos y del comportamiento global de la economía.
En materia de derechos humanos ningún gobierno había sido tan monitoreado como éste [el de Peña Nieto], al grado de que parece atrincherarse en la permisividad antes que ejercer el monopolio legítimo de la fuerza que es la razón de ser del estado. Cualquier incidente parece ser magnificado de manera artificial. Ante el homicidio orquestado por gobernantes perredistas coludidos con el crimen organizado, grupos de interés político han logrado convencer a propios y extraños de que la orden la dio el jefe del Ejecutivo. Nunca antes había habido tantos medios para informarse y, paradójicamente, nunca antes la sociedad había estado tan desinformada.
¿Por qué, entonces, la animadversión hacia Enrique Peña Nieto? ¿Qué es lo que ha hecho y que nunca antes se hizo? La respuesta es clara: las reformas estructurales.
En una época de comunicación instantánea y sin filtros, en la que lo más absurdo es admitido como verdadero simplemente porque está en las redes sociales y el Internet, dónde no cabe el análisis sino la visceralidad de los trending topics, el presidente se está quedando solo. Sus antiguos aliados del Pacto por México, en lucha constante por el poder, lo abandonan para asociarse con los mismos intereses que todos ellos afectaron con las reformas. Hoy vemos al sindicato de Telmex expresar su alianza con la CNTE, a grupos empresariales presionar para que se restituyan beneficios y a presidentes municipales en plena rebelión contra el mando único policial que les quitaría poder y los enemistaría con el crimen organizado.
Era ingenuo pensar que los poderosísimos intereses afectados con las reformas educativa, de telecomunicaciones, energética y fiscal se iban a quedar con los brazos cruzados. Con una media sonrisa todos las aplaudieron y ahora pretenden revertirlas a costa de la estabilidad del país. Algunos utilizan su control corporativo para estrangular varios estados; otros, más sutiles, utilizan los medios de comunicación y las redes sociales.
Ante el embate, lo peor que puede hacer el presidente Peña es claudicar o quedarse a medias. Debe jugarse el resto para lograr que las reformas se cumplan a cabalidad, de otra forma el daño será irreversible y la medicina nos habrá salido peor que la enfermedad.”
Desafortunadamente, Peña no supo defender sus reformas y los peores despojos del corporativismo, de los partidos políticos, de la burocracia incapaz y corrupta y los eternos señores feudales, se aliaron a López Obrador para evitar el peor de los males -según ellos- del periodo neoliberal: la competencia.
López Obrador es apoyado por aquellos que no quieren competir y que se saben incapaces. Ellos prefieren lamer suelas que arriesgarse. Por sus intereses mezquinos, hoy estamos al borde de la dictadura.
Twitter: @gsoriag