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La Línea de Crédito Flexible del FMI para México
En la actualidad, el factor que principalmente podría poner a la política económica de México en desavenencia con el FMI sería un deterioro de las finanzas públicas...
El alumno me preguntó a quemarropa: ¿Para qué quiere México la denominada Línea de Crédito Flexible (LCF) que le tiene abierta el Fondo Monetario Internacional (FMI)? . La respuesta más simple es que resulta bueno contar con ese apoyo, pero mucho mejor no tener nunca que recurrir a su uso. La explicación parece contradictoria, aunque en realidad no lo es.
La marcha favorable de una economía depende en muy buena medida de la confianza que muestren los agentes económicos (consumidores, ahorradores e inversionistas) y estar en términos positivos con el FMI contribuye de manera importante a fortalecer esa confianza. ¿Por qué? El FMI no brinda sus apoyos a cualquier economía. Para que un país reciba el apoyo de ese organismo debe tener su economía bien manejada con fundamentos sólidos . Esto último quiere decir que su crecimiento sea viable y autosostenible. Por desgracia, en el momento actual son pocos los países en América Latina cuyas economías pueden preciarse de estar en esa situación. Junto con México, en el mundo únicamente otros dos países disponen en la actualidad de una LCT con el FMI: Colombia y Polonia.
En la historia económica de México ha sido posible observar una correlación muy clara entre el desacuerdo con el FMI respecto a la forma en que se conduce la política económica y la aparición en el horizonte de un panorama de crisis. A manera de ejemplo, la terrible crisis que estalló en 1982 se empezó a gestar cuando, con arrogancia, José López Portillo rompió olímpicamente con el organismo. Así fue y así nos fue.
En la actualidad, el factor que principalmente podría poner a la política económica de México en desavenencia con el FMI sería un deterioro de las finanzas públicas con su consecuente repunte de la deuda externa. En otras palabras, el legado de Videgaray como secretario de Hacienda, que se concretó en un crecimiento muy marcado de la relación entre saldo de la deuda pública externa y PIB y que ha llegado a un preocupante nivel cercano a 50% está pesando y lo seguirá haciendo hacia el futuro previsible. Y el problema tiene una única salida: perseverar en la disciplina fiscal a fin de estrechar la brecha entre ingresos y gastos. Esto, independientemente de las buenas señales que manda que México cuenta con acceso a una LCT y que tiene una economía con buenos fundamentos .