Buscar
Opinión

Lectura 3:00 min

Explotadores y explotados

Hay un común denominador en nuestra historia: unos cuantos explotadores y millones de explotados. Mejoraríamos con civismo e imperio de la ley.

Ni despegamos en la pista de buscar una sociedad educada, democrática, honrada e igualitaria ni en la de incrementar el nivel de vida en extensas comarcas, marginadas y deprimidas desde que la nación se dice independiente. Sobran los pronunciamientos sobre el porqué del atascadero y los cómos salir de él.

De carcajada sería que yo afirmara tener un asomo de solución, pero creo que de algo me va a servir echarle una ojeadita a nuestra historia.

Los mexicas, hegemónicos, sojuzgaron a sus exsocios de la Triple Alianza, acolhuas y tepanecas, así como a los de Texcoco, Tlaxcala y Cholula, entre otros pueblos. Los dominados pagaban onerosos tributos y vivían bajo la amenaza permanente de agresión militar. Entre todos ellos la esclavitud y la servidumbre eran instituciones arraigadas y en el mundo azteca una pequeña élite expoliaba a la plebe. Se agravaron las condiciones de los indígenas por los abusos de toda índole cometidos primero por los conquistadores y después por colonizadores españoles, criollos y mestizos. Los naturales sufrieron maltrato y engaño, pero sobre todo la imposición de una cultura radicalmente distinta. Tan sólo un puñado de individuos, blancos, mestizos y castizos, gobernaron para sí mismos y violaron los derechos de los casi diezmados exdueños del territorio. Trescientos años para dar como resultados lo que ahora somos. ¿Y qué somos? Un país subdesarrollado donde muchos millones carecen de los mínimos de bienestar. Da grima y tristeza. Alguien ha dicho que este centenario estancamiento es milagroso: hace 80 años Corea del Sur estaba tan atrasada como nosotros y hoy produce coches, tecnología de punta y su gente tiene alto nivel de vida.

Dícese que en este sexenio la corrupción oficial y la de los que detienen la pata a la vaca está peor que nunca, pecan desde el que debería poner el ejemplo, el presidente, hasta el taquero que paga moche para poder trabajar y el poli de crucero que muerde para sobrevivir. Supongamos que 2% de los mexicanos padece de esa fea enfermedad que se llama corrupción: ¿cuánto se embolsarán como proporción del PIB? Una carretada de dinero que serviría para que la República progresara de veras y no hubiera hoyancos en las calles.

Hay un común denominador en las tres etapas de nuestra historia: unos cuantos explotadores y millones de explotados.

Mejoraríamos con civismo e imperio de la ley.

paveleyra@eleconomista.com.mx

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Últimas noticias

Noticias Recomendadas