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El inconsciente Trump juega otra vez con el comercio
Muchos creen que una de las últimas estampas de humor involuntario que nos regaló el expresidente Enrique Peña Nieto se dio el viernes pasado en Buenos Aires cuando aparentemente el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, hacía enojar intencionalmente al mexicano por no mostrar el acuerdo recién firmado para la foto.
La imagen seguramente la recuerda con un Peña Nieto azotando en el escritorio la carpeta del acuerdo comercial México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), al tiempo que se levantaba de la silla. Lo que pocos saben es que el primer ministro de Canadá estaba salvando del ridículo al presidente de Estados Unidos.
Resulta que Donald Trump, en esa actitud soberbia que lo caracteriza, no sólo no tuvo la atención de compartir el momento con sus contrapartes mexicano y canadiense, sino que no se fijó que había firmado en el lugar equivocado el T-MEC, había usado el renglón destinado a Canadá.
Esa copia es la que pasa a manos de Trudeau, quien se da cuenta de la pifia. Aquí es donde se diferencian las personas de buen corazón. El canadiense decidió proteger al personaje que tanto lo ha denostado y no evidenció el error. Cerró el documento y, sí, ignoró la invitación del mexicano, quien más tarde se enteraría de lo sucedido.
Ese es Donald Trump, un personaje que muchas veces no mide sus actos, pero que tiene a su alrededor a quienes le cuidan, a pesar de haber maltratado tanto, como el caso del premier canadiense.
Hoy, la Cámara de Representantes de Estados Unidos está dominada por una mayoría demócrata que no va a desperdiciar cualquier oportunidad para encarecer a la administración del presidente republicano lo que sea.
El T-MEC se cruza en ese camino de ajuste de cuentas y entonces los demócratas le encuentran muchos peros al acuerdo trilateral, sobre todo en las áreas laborales y medioambientales.
Hay detractores del acuerdo con México y Canadá del lado de los demócratas, pero también de los republicanos. Sin embargo, todos saben del costo que tendría para la economía de su país, e incluso para sus propias causas políticas, si a estas alturas por una decisión legislativa se bloquea este pacto.
Lo que no ayuda a una salida tersa del tema es la amenaza del presidente Donald Trump de acabar unilateralmente con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), a través del mecanismo de denuncia que contempla el propio acuerdo.
Si lograra poner a funcionar en cuenta regresiva el reloj de seis meses de su salida del TLCAN, podría ser como música para los oídos demócratas que traspasarían esa presión de tiempo al propio presidente, aunque al final cedieran a la ratificación del T-MEC.
Lo cierto es que si los dos partidos escalan el pleito por la ratificación del T-MEC hasta esos niveles, México resultaría severamente afectado por la incertidumbre que retornaría por este tema y que sin duda se sumaría a los factores de zozobra que ya enfrentan la economía y las finanzas nacionales por otros tantos asuntos internos.
Donald Trump y su equipo están seguros de que con esta presión al congreso lograrán sacar adelante la ratificación del T-MEC, para que entre en vigor en el 2020. Pero si les fallan los cálculos y si se meten en un juego de vencidas con sus opositores, podríamos tener un 2019 con la amenaza de un Brexit a la gringa de pronóstico reservado.