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El futuro comercial de México: ¿BRICS vs. T-MEC?
En los últimos tiempos, se ha generado una creciente especulación en torno a una cuestión crucial para México: ¿debería el país considerar la posibilidad de unirse a grupos de naciones emergentes, como los BRICS, que buscan consolidar su influencia en el escenario geopolítico internacional, al margen de los tradicionales bloques europeos y norteamericanos? Esta interrogante plantea un dilema fundamental sobre el camino que México debe seguir en el ámbito de las relaciones comerciales y geopolíticas. Explorar las posibles ventajas y desafíos de destinar recursos a una mayor integración con los BRICS se convierte en un ejercicio esencial para evaluar la dirección que México debería tomar en este complejo escenario global.
Las siglas BRICS se refieren a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, todos ellos considerados países con economías emergentes, pero que actualmente comprenden aproximadamente el 26% de la masa terrestre global total y alrededor del 42% de la población mundial. Todos ellos son ricos en recursos naturales, y su producto interior bruto (PIB) ha crecido mucho en los últimos años. Respecto a su creación como grupo, aunque existieron reuniones previas, fue en 2008 cuando Brasil, Rusia, India y China comenzaron a desarrollar enfoques comunes sobre economía internacional, y más tarde, en 2010 se incorporó Sudáfrica, con lo que pasaron a ser de BRIC a BRICS. Posiblemente en los próximos años veremos cómo este grupo alcanza en importancia al G8 y aumenta el número de miembros (BRICS+), aunque si comparamos la renta per cápita de estos países con la de los países del G8, veremos que existe aún una notable diferencia en el nivel de vida de sus habitantes. Entre sus países miembros, China es el que tiene más población y mayor PIB de todos ellos; el segundo país es India y al final, Sudáfrica.
En cuanto al PIB per cápita, útil para comparar el nivel de vida de los habitantes, China, se encuentra en segundo puesto, precedida por Rusia que, con 15,000 dólares per cápita, lidera el ranking. En último lugar se encuentra la India, cuyos habitantes tienen un nivel de vida 6 veces menor que los de Rusia. China también destaca por su deuda de más de 13 billones de dólares, equivalente a 77% de su PIB, mientras que Rusia acumula el menor porcentaje con 19.6% respecto de su PIB; Brasil, India y Sudáfrica cargan con proporciones de 85.9%, 83.1%, y 72.7%, respectivamente.
El desempeño reciente de esas economías y sus indicadores macroeconómicos han contribuido para una consideración más cuidadosa de sus posibilidades. Grandes mercados internos son un gran incentivo para impulsar exportaciones, lo que implica mayores espacios para un rol activo en las relaciones internacionales. De ello se infiere que es esperable que un país exitoso en el conjunto de los BRICS deba tener una capacidad productiva amplia (agrícola, industrial y de servicios) que corresponda a su potencial económico, una economía relativamente estable y un perfil no muy bajo en el escenario internacional. Esas son las condiciones que califican esos países para que puedan participar de los grupos internacionales de alto nivel decisorio. Hoy, los BRICS representan el 23% del PIB mundial, el 42% de la población y más del 16% del comercio global.
En la última cumbre de los BRICS y quizá la más importante de su historia –del 22 al 24 de agosto de 2023 en Johannesburgo, Sudáfrica– pasará a la historia como una de las más relevantes en la historia de los BRICS por el potencial de su agenda con proyección global, como los esfuerzos conjuntos para la creación de sistemas de pago alternativos a SWIFT, el avance gradual hacia un sistema financiero independiente del dólar, el establecimiento de un sistema de pago compartido conocido como “BRICS Pay”, el fomento del comercio utilizando sus monedas nacionales respectivas y la perspectiva de crear una moneda común. Aunque estos avances se están desplegando en diferentes marcos temporales, la introducción de monedas digitales para las transacciones comerciales dentro de BRICS a principios de 2025 por parte de Rusia, China e India marcará un hito significativo. Esto les permitirá realizar transacciones comerciales independientes de la red global de SWIFT. En contraste, Estados Unidos y la Unión Europea, con sistemas financieros más complejos, recién han acordado protocolos de moneda digital, un paso técnico que la mayoría de los miembros de BRICS completaron hace tres años. Asimismo, objetivos como el fortalecimiento del Nuevo Banco de Desarrollo es fundamental para perseguir los intereses nacionales de los BRICS; la creciente presión del Occidente para aislar a Rusia ha incentivado aún más el uso de monedas nacionales, y la búsqueda de una moneda común dentro del grupo se vislumbran en el horizonte, aunque requerirá tiempo para ser alcanzados.
No obstante, en el seno de los BRICS hay una gran cantidad de problemas sin resolver entre China e India, mientras que Brasil ve con preocupación los avances políticos en Argentina, cuyos liderazgos, principalmente el de Javier Milei, podrían posponer su solicitud de admisión para unirse a BRICS en el alcance BRICS+. Desde el punto de vista geoeconómico, el grupo ha entrado en un juego completamente diferente, ilustrado por las múltiples interconexiones de los BRICS con los proyectos de infraestructura logística para la integración de redes comerciales de Rusia y China.
El comercio chino con las naciones BRICS aumentó 9.8% en la primera mitad de 2023, en comparación con el mismo período del 2022, lo que contrasta fuertemente con la contracción general del 4.7 por ciento del comercio entre China y el oeste. Por ejemplo, sus intercambios comerciales con la Unión Europea cayeron un 4.9% y con los EE.UU. en un 14.5%. Mientras tanto, el comercio chino con Rusia, junto con las exportaciones a Sudáfrica y Singapur, aumentó exponencialmente en un 78%. Esto, principalmente debido al comienzo de rutas comerciales a través del Ártico entre China y Rusia, una integración de canales logísticos conocida como la Ruta de la Seda del Ártico, que por supuesto busca ser altamente estratégica debido a que, gracias al calentamiento global y el deshielo del Ártico, ahora existen accesos que antes por estar congelados impedían abrir proyectos de expansión de caminos, y oportunidades extractivas de petróleo y gas. Todo lo anterior muestra un cambio brusco en el impulso comercial chino. El comercio con los socios BRICS de parte de China asciende ya a un 34.3% del comercio global total de China en términos de valor, y ese número está aumentando.
En el frente ruso, por su parte, todos los ojos están puestos en el Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC) multimodal de 7.200 km de largo, que alarma al Occidente, como un reemplazo de facto del Canal de Suez. El INSTC reduce los costos de envío en aproximadamente un 50% y ahorra hasta 20 días de viaje en comparación con la ruta de Suez. El ferrocarril tendido para ese corredor podría ser considerado no solo como núcleo de los BRICS, sino también como un proyecto de la Organización de Cooperación de Shanghai en el que Tashkent e Islamabad entren como miembros de pleno derecho, y Kabul como observador en el BRICS+. Los uzbekos estiman que el ferrocarril de 760 km de largo reducirá el tiempo de viaje a cinco días y la reducción de costos rondará un 40%. El proyecto podría estar terminado para 2027.
¿Cuál es la posición de México con los BRICS? México comparte con Brasil acuerdos de preferencia arancelaria, así como la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI). Con India mantiene una agenda estratégica. Con China tiene un Acuerdo para la Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones. Mientras que con Rusia y Sudáfrica no hay un acuerdo o pacto comercial en específico, lo cual no impide el intercambio de mercancías y relaciones diplomáticas con esas naciones.
Sin embargo, se observan, por lo menos, tres razones por las cuales no sería recomendable para México dedicar esfuerzos a fortalecer una mayor integración comercial de los BRICS. Por un lado, México y Brasil compiten en el campo del Nearshoring, pues ambos son atractivos para empresas que buscan expandirse cerca de América del Norte, especialmente los EE. UU. México destaca por su ubicación e integración comercial con EE. UU. y Canadá, a través de acuerdos comerciales ventajosos, una infraestructura desarrollada, una fuerza laboral capacitada y estabilidad política y económica, lo que configura el bloque comercial más grande del mundo. Además, la cultura empresarial mexicana se orienta hacia los mercados de América del Norte. La elección entre México y Brasil depende de necesidades muy específicas de las empresas, de la industria y de objetivos comerciales particulares, donde México lleva ventajas competitivas muy relevantes.
Por otro lado, pese a la relevancia del BRICS en la economía mundial y al interés de 19 naciones por adherirse al BRICS+, el gobierno de México ha descartado históricamente su intención de pertenecer a este grupo. La principal razón es, quizá, geopolítica: México se ha comprometido a formar una unión económica en América del Norte, lidereada por los Estados Unidos. Inclusive el T-MEC establece como causa de terminación del Tratado la firma de acuerdos de libre comercio con economías que no sean de libre mercado, o sea, China. Incluso el pasado 8 de agosto de 2023, el presidente López Obrador rechazó esta posibilidad porque el país está concentrado en sacar el máximo provecho al T-MEC. La potencial incorporación de México a los BRICS podría conllevar beneficios económicos y políticos para el país, pero también plantea preocupaciones para Estados Unidos. La estrecha relación entre México y potencias como Rusia y China podría alterar la dinámica de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y México en órdenes meta económicos -como seguridad- y generar inquietudes sobre el acceso de estos rivales al mercado y a sistemas de seguridad estadounidense que podrían mermar la confianza que ha depositado en México; es decir, una inclusión de México en los BRICS podría plantear un desafío para Estados Unidos en términos de competencia económica y poder geopolítico.
Por muy atractivos que puedan observarse los proyectos de infraestructura, logística e intercambio comercial que construyen los BRICS, México debería centrar sus esfuerzos en fortalecer la implementación del T-MEC y aprovechar las ventajas de pertenecer a un acuerdo que le brinda acceso privilegiado a los mercados de América del Norte. En comparación con el T-MEC, los BRICS son principalmente una alianza política y diplomática, por lo que, la hipótesis de unirse a ellos carece de una justificación sólida. Más aún, buscar pertenecer a los BRICS podría enviar señales negativas a nuestros socios comerciales clave y poner en riesgo nuestras relaciones internacionales ya construidas desde hace 30 años. A pesar de las oportunidades económicas que podrían surgir al comerciar con naciones BRICS, pesan más las preocupaciones en torno a las implicaciones que puede tener el realizar intercambios comerciales con países poco democráticos, como Rusia y China. Por lo tanto, es prudente que México concentre sus esfuerzos y recursos en fortalecer su institucionalidad democrática y económica en vista de una mejor integración con el bloque de Norteamérica, lo que representa una ruta más segura y beneficiosa para el país.
*La autora es Directora de Inteligencia Más y maestra en Gobierno y Políticas Públicas en la Universidad Panamericana.