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Opinión

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De la medicina alternativa a la medicina integrativa

Acupuntura, aromaterapia, meditación, yoga, tai chi: son prácticas de bienestar que hasta no hace mucho tiempo en Occidente eran consideradas prácticas de "hippies" o pseudoterapias, a pesar de estar constituidas por saberes centenarios en muchos casos, de origen oriental.

Hoy cada vez están más integradas no solo en el vocabulario terapéutico, sino en la práctica de muchas personas como parte de un estilo de vida.

El proceso de legitimación de cada uno de estos saberes ha sido diferenciado culturalmente. Este proceso se inscribe además en  la emergencia del paradigma científico con el que se rige la ciencia por medio del cual se pueden establecer efectos benéficos sobre una condición a partir de la práctica de alguna de estas actividades. Sin embargo en los países donde nacieron estos saberes, históricamente su efectividad no ha sido puesta en tela de juicio ni su legitimación ha pasado por el método científico, sino por la transmisión generacional. Estos saberes ancestrales no se conflictúan con el paradigma científico, sino que coexisten en la terapéutica.

En Occidente (por llamarle de alguna forma homogeneizante a otro lado del mundo) el cambio de paradigma se ha dado de manera paulatina, ya que cada vez son más los ensayos clínicos que se realizan para comprobar los beneficios de prácticas ancestrales para el bienestar físico y mental.

Los beneficios de la meditación para el manejo de la ansiedad y el estrés son conocidos, pero hoy los ensayos van más allá, al evaluar por ejemplo, los beneficios de la práctica de yoga y meditación en los niveles de glucosa de personas con diabetes tipo 2, como recientemente se publicó en el Journal of Integrative and Complementary Medicine. La noticia fue retomada por una revista de la Universidad de Harvard, hecho que también muestra un cambio en la concepción que se tenía de estas prácticas.

Incluso la manera de denominarlas ha tenido un giro que delata el cambio en su percepción: de llamarlas "terapias alternativas", pasaron a denominarse"medicina integrativa" como un término genérico para referirse a varias de ellas.

El término, sin embargo, es laxo en identificar cuáles terapias sí y cuáles no han podido demostrar de manera científica sus efectos. Por lo que para comprobarlos, precisan de ensayos clínicos por separado. En el caso del yoga y la meditación, hay múltiples estudios y protocolos que prueban sus beneficios.

A pesar de todo esto, aún no son terapias accesibles a todos a partir de los sistemas públicos de salud. Algunos médicos incluso, podrían verlas con escepticismo, o como algo inocuo pero poco efectivo. El riesgo relativo está en que los enfoques terapéuticos se deben de dar de manera integrada y no de manera aislada, es decir, una terapia de la medicina integrativa no sustituye por ejemplo la necesidad de una quimioterapia, pero eventualmente potenciaría de manera positiva la salud del paciente al ser determinante en el manejo del estrés.

La medicina integrativa es entonces un enfoque complementario sobre el que cada vez se realizan más estudios científicos que demuestran sus efectos específicos que merecen ser difundidos y adoptados por la comunidad médica. La ventaja que ofrecen estas terapias está además, en que si bien ayudan en el manejo de ciertas enfermedades, su práctica no está sujeta sólo a una condición patológica y pueden practicarse a manera de profilaxis, en el marco de una cultura de prevención que ofrezca además, momentos de bienestar cotidiano.

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Columnista de alimentación y sociedad. Gastronauta, observadora y aficionada a la comida. Es investigadora en sociología de la alimentación, nutricionista. Es presidenta y fundadora de Funalid: Fundación para la Alimentación y el Desarrollo.

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