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Opinión

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Aclarar ideas

La razón para elegir el bien común puede ser sinrazón al optar por cañones, sacrificando el bienestar del pueblo, caso de la dictadura norcoreana.

La razón para elegir el bien común puede ser sinrazón al optar por cañones, sacrificando el bienestar del pueblo, caso de la dictadura norcoreana. Aquí hemos elegido tortillas en vez de armamento, ¡excelente!, pero hay que eliminar dos enormes derramaderas: la ineficiencia oficial y la corrupción.

Los suspirantes por el poder increpan a quienes lo detentan llamándolos neoliberales y tecnócratas, motivo de escarnio, culpables de los males que nos aquejan.

En Occidente, el liberalismo, a pesar de sus raíces antiguas, griegas y romanas, es ideología nueva, pues surge con el Renacimiento y la Reforma. Defiende los derechos del individuo siempre que no se atente contra los de terceros.  Y tiene que ver con algo que ha sido materia de intensa controversia y que hoy está resuelto: hasta dónde gobierno y hasta dónde particulares. Resuelto porque, después de ciclos intermitentes de mayor o menor intervención del “Estado”, los sensatos concuerdan en que las tareas que interesan a la sociedad deben acometerse por el poder público o por un privado, según quien la realice con mayor eficacia y con el menor costo para el conjunto. Según esto, todo podría ser asumido por el gobierno o todo por el sector privado si éste resulta ser más eficaz, hasta las acciones en salud, educación, hacienda y moneda. ¿Por qué no? Si de lo que se trata es del bienestar colectivo. Una sociedad moderna es madura cuando sabe a quién asigna las tareas que interesan a la comunidad. Juega un papel determinante un Poder legislativo lúcido y sin banderías. Lo de “neo” sobra. Se es liberal o no, independientemente de tiempo o espacio.

Tecnólogo es el que conoce cuál es la mejor manera de arreglar una cosa. Tecnócrata es el tecnólogo que gobierna, sea país, negocio o familia. Pero, ¿quién decide qué es lo que hay que componer? La instancia superior, el liderazgo emanado de democracia y conocimiento. ¿Filósofo? ¿Sociólogo?  ¿Economista? Lo llamaré humanista, entidad empapada de moral y de razón. La razón para elegir el bien común  puede ser sinrazón al optar por cañones, sacrificando el bienestar del pueblo, caso de la dictadura norcoreana. Aquí hemos elegido tortillas en vez de armamento, ¡excelente!, pero hay que eliminar dos enormes derramaderas: la ineficiencia oficial y la corrupción.

Fines y medios. Ciencia —conciencia— y técnica. La primera señala lo que hay que atender, la segunda cómo atender de la mejor manera posible. El problema nacional es moral y económico. El planteamiento de fines y medios, o sea, el planteamiento económico es fundamental. Ante esta realidad contrasto el discurso de los candidatos.

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