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Arte e Ideas

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Vapeadores: ¿una alternativa para bajar el consumo de cigarrillos?

Philip Morris admite que dejar el tabaco y la nicotina por completo es la mejor opción para la salud y deben continuar las medidas de control vigentes, sin embargo, defiende que los productos libres de humo pueden ser un factor de cambio de hábitos en adultos.

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Philip Morris admite que dejar el tabaco y la nicotina por completo es la mejor opción para la salud y deben continuar las medidas existentes de control del tabaco destinadas a desalentar la iniciación y alentar la cesación. Sin embargo, aseguran que a pesar de estos esfuerzos, millones de personas siguen fumando y que los productos libres de humo (tabaco calentado y cigarro electrónico) pueden ser un factor cambio de hábitos en adultos que, de otra manera, seguirían fumando.

A pesar de los esfuerzos que se hacen desde hace décadas en materia de control de tabaco, hoy en el mundo sigue habiendo más de mil millones de fumadores. En México de acuerdo con el Ensanut 2017, tenemos más de 17 millones de fumadores y muchos de ellos continuarán fumando. “Hoy todo lo que se está haciendo (en política pública) es importante pero no es suficiente, porque los esfuerzos que se hacen son superados por el crecimiento de la población, en números absolutos seguimos en el mismo escenario”, explica Andrea Costantini, Chief scientific officer de la región para Philip Morris, la mayor empresa tabacalera del mundo.

De acuerdo con el Ensanut 2022, de estos 17 millones de fumadores en México, apenas 1.7 millones de usuarios lo hacen a través del cigarrillo electrónico. En total un 19.5% de las personas que viven en México fuma, de ellos el 4.6% son adolescentes. En general los usuarios han crecido porque en 2017 se hablaba de 15 millones.

Parece extraño que una empresa tabacalera ponga estos datos y el tema sobre la mesa, pero de acuerdo con su líder científica, hoy el objetivo de esta empresa es reducir el daño poblacional que causa el habito de fumar cigarros a través de un producto que represente el menor riesgo posible y que además sea un producto aceptado por el fumador. “Se trata de alternativas a los cigarrillos para esas personas fumadoras que a pesar de todo, siguen y seguirán fumando. Por eso se busca la reducción del daño por tabaco” con tabaco calentado y cigarro electrónico.

Para Philip Morris los productos sin humo representaron el 30% de sus ingresos netos totales en 2023 y su ambición es que en 2025 representen el 50% de los ingresos netos totales en 2025. “El objetivo de Philip Morris es dejar de vender cigarros para pasar a vender productos sin humo” pero con nicotina. En 2030 quieren pasar a ser una compañía principalmente libre de humo con dos tercios de sus ganancias provenientes de productos sin humo. En algunos países, esta expectativa va más avanza que en otros, esto depende de las regulaciones, según la representante científica de esta compañía.

¿Cómo se busca este cambio?

Costantini explica que hablamos de adultos fumadores que van a continuar fumando, que no quieren dejar de fumar y no lo están buscando. Para ellos proponen el uso regulado de productos que contengan nicotina pero sin usarla a través de la combustión, pues, “la nicotina, aunque no es inocua, no es la principal responsable de las enfermedades”.

Argumenta que cuando se enciende un cigarrillo, este genera humo . El humo del cigarrillo contiene más de 6.000 productos químicos, de los cuales alrededor de 100 han sido clasificados por las autoridades de salud pública como dañinos o potencialmente dañinos. Es decir, que la principal causa de las enfermedades relacionadas con el tabaquismo son los altos niveles de sustancias químicas dañinas que se encuentran en el humo del cigarrillo.

Por ello los productos libres de humo lo que buscan es no quemar tabaco y no producir humo. Al eliminar la quema y el humo, los niveles de sustancias químicas dañinas generadas pueden reducirse significativamente en comparación con los cigarrillos.

Philip Morris acepta que dejar el tabaco y la nicotina por completo es la mejor opción para la salud y deben continuarlas medidas existentes de control del tabaco destinadas a desalentar la iniciación y alentar la cesación. Sin embargo, aseguran que a pesar de estos esfuerzos, millones de personas siguen fumando y que los productos libres de humo (tabaco calentado y cigarro electrónico) respaldados por diversos estudios, pueden desempeñar un papel en el cambio de adultos que de otra manera seguirían fumando y alejarlos de los cigarrillos.

Reducción de daños, un término importante en el tema

La reducción de daño o riesgo alude a políticas y programas orientados a mitigar los daños de salud, sociales y económicos. Implica el reconocimiento de que es mucho más eficaz establecer y lograr objetivos realistas — incluso si estos objetivos no son óptimos— que proponerse alcanzar metas utópicas y luego no lograrlas. En 1973 la OMS recomendó las políticas de reducción de daños como una alternativa viable para el control del consumo de drogas y de sus consecuencias. Algo aplicable para el consumo del cigarrillo también.

Como ejemplo, la reducción de daños se ve en vehículos motorizados, con el uso del cinturón o casco en el caso de una moto; en los alimentos con el uso de sustitutos de azucar; enfermedades de transmisión sexual con el uso del condón; y en este caso el uso de tabaco calentado y cigarro electrónico para dejar de fumar.

¿ Por qué usar nicotina en productos libres de humo?

La mayoría de los productos libres de humo proporcionan nicotina porque es uno de los factores, junto con el sabor y el ritual, que los fumadores adultos buscan en las alternativas. De acuerdo con Costantini, las alternativas buscan dos factores: Una eliminar la combustión (no queman el tabaco, y por lo tanto no generan humo ni ceniza) y dos, entregar nicotina. Así “el tabaco calentado genera un aerosol y tiene una experiencia similar al uso del cigarro; están también los productos de vapeo o cigarrillos electrónicos y productos orales que liberan nicotina”.

La nicotina, aunque adictiva y no libre de riesgos, no es la causa principal de enfermedades relacionadas con el tabaquismo, los altos niveles de sustancias químicas dañinas que se encuentran en el humo de cigarrillos sí lo son, por eso se han utilizado las terapias de reemplazo de cigarrillos durante décadas, como un medio para ayudar a los fumadores adultos a dejar el tabaco y la nicotina por completo.

Es importante destacar que las personas que no fuman o usan productos de nicotina o aquellas con ciertas condiciones de salud, no deben usar productos que contengan nicotina y los menores nunca deben usar o tener acceso a productos que contengan tabaco o nicotina.

Hoy de acuerdo con Costantini, hay un vacío en el marco regulatorio que indique cuáles son los pasos a seguir para el uso de estas alternativas. Para ellos la propuesta correcta es que haya regulación y con ello pruebas en el diseño de producto, química de aerosol, pruebas de toxicidad in vitro y en adultos fumadores, y una vez que el producto sale a la venta en el mercado se continúe la vigilancia del perfil de riesgo para generar evidencia del comportamiento del producto, hoy estos productos están en el mercado mexicano y solo de manera intuitiva siguen las reglas como si fueran un cigarro, aunque son productos diferentes.

AMLO promueve prohibición

A principios de febrero de 2024, el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó una iniciativa de reforma constitucional para elevar la prohibición de la venta de vapeadores y cigarros electrónicos en México, pasando de un decreto sujeto a suspensiones vía amparos a una prohibición constitucional. La idea es restringir la producción, distribución y enajenación de cigarrillos electrónicos, vapeadores y demás sistemas o dispositivos electrónicos análogos. Esta discusión está en marcha.

A pesar de que se busca que los menores de edad no consuman estos productos, hoy en México del 4.6% de adolescentes que fuman, 2.6% usan cigarrillos electrónicos. (Datos de Ensanut Continua 2022).

nelly.toche@eleconomista.mx

Periodista de ciencia en la sección Arte, Ideas y Gente de El Economista. Cuenta con maestría en periodismo sobre Políticas Públicas por el CIDE y es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UVM.

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