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Arte e Ideas

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Arnold: viejo, ?pero no obsoleto

Hay que suspender mucho la incredulidad para disfrutar la ?nueva entrega de Terminator.

Culpo a Jason Clarke de echarme a perder la última entrega de Terminator. Y es que Jason Clarke no tiene cara de héroe. Tiene esa cabeza de Cupido y esos labios retorcidos casi femeninos. De verdad que parece que los héroes de acción (o los villanos de acción) se han acabado.

Clarke interpreta a John Connor, el líder de la resistencia humana contra la rebelión de las máquinas en Terminator: Génesis. Bueno, no todo es culpa del miscast de Clarke, desde luego. El guión es un desastre. El único objetivo de los guionistas es dar pie a que la franquicia continúe hasta el absurdo.

Terminator: Génesis es una cinta entretenida, pero en el fondo fallida. Quizá es cierto lo que otros críticos han dicho y la historia de Terminator debió haber terminado en la segunda película.

Digo que Génesis es fallida porque está llena de hoyos dramáticos que no son cubiertos de manera satisfactoria. La historia de pronto pierde sentido y uno tiene que, de plano, suspender toda incredulidad y no pensar mucho para que la movie funcione.

Están a punto de vencer a Skynet, la diabólica compañía que dirige al ejército de todas las máquinas (Hello, Google), cuando Connor se da cuenta (más bien sabe, porque hay todo un cruce extraño de líneas temporales) de que la batalla ha sido perdida. Las máquinas mandaron a un terminator al pasado, a 1984, para matar a Sara Connor, su madre.

Es decir, volvemos al punto de partida de la primera cinta.

El momento ha llegado de suspender la incredulidad y dejarse llevar, porque si uno se pone a pensar en todas las paradojas temporales de la saga acaba mareado.

Connor envía a su hombre de confianza, Kyle Reese (Jai Courtney) al pasado para defender a su madre. La idea es proteger a la naive Sarah Connor ( Emilia Clarke, de fama por la serie Game of Thrones), una casi adolescente que trabaja de mesera para pagar renta y colegiatura.

Pero Reese descubrirá que nada es lo que esperaba cuando se encuentra a una Sara guerrera, armada hasta los sobacos y protegida, ni más ni menos, que por su propio terminator: el gran Arnold Schwarzenegger.

Hago una pausa para cantar las loas de Arnold. Así como Jason Clarke es inadecuado como héroe de acción, así de perfecto Arnold para esa parte. Schwarzenegger tiene un rango actoral minúsculo, pero le saca partido. Como el robot adorable es maravilloso y la cinta se vuelve una comedia muy divertida cuando sonríe a su modo robótico. En la cinta Arnold dice la frase que lo define: es viejo, pero no obsoleto. Ojalá el regreso del gobernator sea definitivo y veamos más películas de acción de esas que hicieron memoria desde hace 30 años.

Reese, Sara y Pops , que así se llama el personaje de Arnold, tienen una sola oportunidad para vencer a Skynet y para eso tienen que viajar, oooootra vez, en el tiempo, esta vez al futuro 2017, cuando una especie de programa que conecta a todas las máquinas (hola de nuevo, Google) es el nuevo inicio de Skynet.

Se llevarán una sorpresa cuando en ese futuro se encuentren a John Connor, un John Connor diferente, con esa boca retorcida sensual que significa algo: ¿maldad? O hipocresía. O por lo menos doble personalidad.

En la película queda claro que hay muchos futuros posibles. Pero así el asunto pierde dramatismo, ¿no? Si el futuro no es trágico, es decir inevitable, la aventura de los terminators no tiene mucho sentido.

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