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La violación
La división de poderes es una de las divisas más señeras de las democracias liberales. Es tan importante que en el caso de los Estados Unidos de América y en Inglaterra, el presidente no puede entrar al capitolio si no tiene el permiso de las cámaras, incluso para dar el mensaje anual a la Nación. En el caso de Inglaterra la reina tiene que pedir permiso para entrar al parlamento, incluso para su mensaje anual. Por lo demás, está estrictamente prohibido que un poder entre a otro, sin el beneplácito del poder anfitrión.
Con ello, lo que se busca es que mientras un poder, como el legislativo, está deliberando y discutiendo, el otro no pueda interrumpir o amagar con la fuerza pública a los deliberantes y, con ello, tratar de influir en las discusiones o decisiones que tome el legislativo.
La semana pasada ocurrió un hecho singular. La comisión de gobernación de la cámara de diputados, se reunió con la convocatoria y la asistencia única de diputados de Morena. El propósito de la reunión fue la de destituir al presidente de dicha comisión, Alejandro Moreno, presidente también del PRI de la presidencia de dicha comisión. En sus muy personales términos, los diputados morenistas en fugaz reunión decidieron que el presidente carecía de valor moral y honestidad para presidir dicha comisión. Así que lo corrieron, según ellos.
El asunto, sin embargo, tiene algunos problemas. El primero, es que la convocatoria a las sesiones tiene que hacerlas la mesa directiva o alguno de sus miembros, por ello se cuida que toda mesa directiva de comisión sea plural. Segundo, tiene que hacerse con cierto tiempo de antelación, salvo que se trate de un asunto de urgente y claro pronunciamiento. Y, debe haber la representación de más de una sola fuerza política en dicha reunión, sino la reunión carece de validez.
Alito no es santo de mi devoción, ni de la de muchos, pero el asunto a todas luces era ilegal y era, claramente, uno más de los ataques al presidente del PRI, sumados los de la impresentable y grácil balerina gobernadora del estado de Campeche.
Hay sin embargo, un detalle ulterior. Afuera de la sesión, de los muy cultos y estudiosos legales morenistas, se presentó la Guardia Nacional a cuidar de que la sesión transcurriera sin la presencia de nadie más y resguardando la seguridad (se argumentó) de los diputados asistentes.
No sabemos quién pidió la fuerza pública federal en el recinto de la comisión, nadie sabe quien dejó entrar a la fuerza pública de otro poder al recinto legislativo y menos al recinto de la comisión, pero de que es un asunto ilegal lo es. Los es para el poder ejecutivo y lo es desde la perspectiva de la cámara. Si para correr al presidente de una comisión es necesaria la fuerza pública, introducida de manera no clara y en violación de las reglas que rigen a los dos poderes del país, no imagino que pueda pasar en la discusión o procesamiento próximo de otros asuntos mucho más trascendentes y de importancia para nuestro país.
Por lo pronto, lo que es palpable, es que el presidente sigue en la escalada de violar la ley, por lo que él considera justo, aunque sea ilegal. Nada más, pero nada menos también.

