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Trump y reforma judicial: Así mueren las democracias

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OpiniónEl Economista

En una sincronicidad asombrosa, dos eventos aparentemente separados han dado el mismo resultado: el menoscabo de la democracia. Los electorados de Estados Unidos de América (EUA) y México les han regalado el control político a dos proyectos no democráticos: Trump y la 4T. Tal vez lo peor de esto es que los votantes parecen estar bastante cómodos con ambos proyectos. Los grandes capitales no solo comparten esa comodidad, también están felices, lo que se puede ver con el arropamiento que en México los más ricos le dieron a AMLO y, en el caso de Trump, el júbilo de los mercados por su triunfo. 

Son tiempos desgraciados. A los viejos que reciben pensiones los tratan como a una carga en países supuestamente civilizados, a los jóvenes que perciben algún ingreso al no contar con posibilidades de estudio o trabajo se les llama holgazanes. El sistema les ha fallado, pero las ideas que ganan terreno están por el “sálvense quien pueda”. Los que no pueden son los más pobres, los desempleados, los migrantes y un largo etcétera.

En el caso de Donald Trump no es un asunto de simpatías o antipatías. Hay mucho de fondo y, aludiendo a algo que parece estar fuera de moda, de principios. DT no es un demócrata, buscará la manera, si su salud se lo permite, de permanecer en el poder. Ahí queda para la historia su frase de campaña: “nunca debí haberme salido de la Casa Blanca.” Recalco lo que muchos han dicho, es, además, misógino, racista, mentiroso y un criminal. Este personaje será el presidente del país más poderoso del mundo.

Otros presidentes de Estados Unidos podían ser populares o impopulares, podían ser sospechosos de ser racistas o haber cometido delitos. Mentiras disfrazadas de promesas las han dicho todos, pero no recuerdo ninguno que fuera abiertamente racista, misógino o criminal.

¿Por qué votaron por él más hispanos que nunca, mujeres, universitarios o jóvenes? ¿Por qué votaron por seguir la división y el enfrentamiento? Creo que hay varias razones o a la mejor es la sinrazón de la política. Algunos dicen que fue una reacción contra la cultura woke y que con esto se regresa a “lo más puro de las creencias norteamericanas”. Otros consideran que fue una reacción ante un presidente como Biden, por el apoyo al régimen homicida de Netanyahu, por el barril sin fondo de los apoyos a Ucrania. Algunos más porque están convencidos de que la raíz de los problemas de los EUA son los migrantes, que les quitan los empleos a los estadounidenses, que “emponzoñan” la sangre de Norteamérica, que transportan drogas porque son delincuentes y locos.

La presidenta Sheinbaum ha asegurado que no hay nada que temer con el regreso del magnate. El mismo discurso que su predecesor. Entiendo que no puede hacer sonar las alarmas, pero creo que ha exagerado el discurso de que todo se podrá manejar. En el colmo, ante una pregunta de un reportero que le insistió si había alguna medida que tomar en caso de una acción de la Casa Blanca, respondió que ya se verá. O Está muy preocupada o es simplemente irresponsable.

He leído una buena cantidad de artículos que argumentan porque Trump no puede cerrar la frontera o poner aranceles a los productos mexicanos. Todos estos textos son razonables, bien escritos y argumentalmente sólidos. Muestran que una cosa son las amenazas de la campaña y otra la realidad del gobierno. La misma ilusión de que AMLO o Sheinbaum cambiarían al llegar al poder.

El problema de los extremistas es que sus palabras los empujan en una dirección. Trump no puede salirles a los 72 millones de estadounidenses que votaron por él que el problema de la migración no sólo no es tan grave como ha dicho, sino que lo ideal es reglamentarla porque la realidad es que su país necesita esa fuerza de trabajo; tampoco puede decirles que, pensándolo bien, es un balazo en el pie poner aranceles a las mercancías desde México ni que el problema del fentanilo es corresponsabilidad de EUA.

Donald Trump tiene que hacer una serie de redefiniciones. En el caso de México los puntos débiles están a la vista: comercio, migración y crimen organizado. El Donald exigirá mayores esfuerzos en cada uno de esos temas y resultados visibles. Exigirá una mayor presencia norteamericana en nuestro país. Si el gobierno de Sheinbaum no muestra una cooperación rápida y relativamente dócil, entonces la Casa Blanca impondrá medidas unilaterales.

Se dice que el gobierno mexicano ya está elaborando un mapa de riesgos y tendiendo puentes con personajes cercanos a DT. Eso es lo que tiene que hacer. Ya veremos si se tiene la voluntad de dejar el lenguaje nacionalista barato para llegar a acuerdos. Me refiero a los dos gobiernos. No hay muchas esperanzas porque el conflicto deja más ganancias políticas.

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