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Opinión

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Por qué nos equivocamos más en momentos de incertidumbre

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Raúl Martínez Solares | Economía conductual

Raúl Martínez Solares

“Aunque nuestro intelecto siempre anhela claridad y certeza, nuestra naturaleza a menudo encuentra fascinante la incertidumbre”. Carl von Clausewit, historiador militar prusiano.

Como se ha documentado extensivamente, la teoría económica y financiera generalmente asume que los inversionistas actúan con racionalidad, siendo capaces de evaluar sin sesgos los riesgos potenciales y los rendimientos esperados de decisiones de inversión y comparar distintos tipos de inversiones entre sí. Sin embargo, diferentes estudios desde la economía conductual han demostrado, que las personas estamos sujetos a sesgos que afectan tanto a nuestra capacidad de análisis, como la estructura misma de las decisiones que tomamos; haciendo que éstas sean, en la mayoría de los casos, subóptimas.

En un estudio publicado recientemente “Exploring the Role of Behavioral Finance in Investment Decisions during Economic Uncertainty”, de Mingyu Wei, se analiza como los sesgos psicológicos presentes consistentemente en la mayoría de las personas, distorsionan la estructura y naturaleza de nuestras decisiones económicas, siendo este proceso más acentuado cuando se trata de contextos de incertidumbre.

El grupo de análisis se integró por 234 participantes (50% inversionistas individuales, 50% profesionales financieros), a partir de los cuales la investigación identificó la forma en que estos patrones conductuales afectaron las decisiones relacionadas con el manejo del dinero.

El estudio identificó varios tipos de efectos significativos. El llamado efecto de rebaño fue el sesgo más notorio. Los participantes del experimento descrito tendieron consistentemente a imitar las que identificaron como acciones colectivas del grupo, incluso contradiciendo su propio análisis. De acuerdo con el estudio, fue evidente que los estados emocionales como el miedo o la euforia alteraron también de manera relevante la percepción de riesgo y la interpretación de la información financiera que se les presentó a los participantes.

En concordancia con los hallazgos de otros experimentos que analizaron el efecto de los rasgos de personalidad en la toma de decisiones, este estudio encontró que rasgos como el neuroticismo o la meticulosidad tuvieron un efecto importante sobre las estrategias de inversión, mientras que la exposición a noticias y a las redes sociales amplificaron estos sesgos.

Entre los sesgos específicos que se mostraron de manera preponderante destaca el exceso de confianza, expresado como la subestimación de los riesgos y la sobreestimación de los conocimientos propios, lo que genera la creencia de controlar el resultado de las decisiones.

Otro sesgo dominante fue el conocido como de Anclaje, referido a la preponderancia en los datos de análisis iniciales, como por ejemplo, el precio de compra inicial de una acción, por sobre otros datos como los cambios del mercado.

También estuvo presente el llamado sesgo de Aversión al arrepentimiento, que frecuentemente se expresa como una parálisis de decisión por miedo a equivocarse.

Estos sesgos no sólo afectan a inversionistas de mayor o menor experiencia, sino que inciden en decisiones cotidianas de todas las personas, provocando desde compras impulsivas hasta decisiones incorrectas en materia laboral.

De esta manera, el Efecto rebaño explica por qué compramos productos “viralizados” o realizamos inversiones de las cuales desconocemos su operación y riesgos (por ejemplo, en criptomonedas), sólo porque otros lo hacen. En tiempos de incertidumbre, como por ejemplo periodos de inflación alta, este sesgo se intensifica.

El estudio confirmó que ciertas emociones como el pánico (como miedo a perder) o la euforia (expresado como el deseo irracional de ganar rápido) afectan el juicio y las decisiones.

Detrás de muchos procesos de sobre endeudamiento está el efecto de sobre confianza que nos hace creer que somos capaces de controlar nuestros gastos o de invertir en negocios sin tener experiencia. El estudio mostró que este sesgo afecta más a hombres y a los más jóvenes.

La investigación confirma que nuestros cerebros no operan como máquinas que son capaces de computar riesgos y probabilidades, sino que nos hacen propensos a ser vulnerables a presiones sociales, emociones y atajos mentales.

Reconocer estos sesgos es un primer paso fundamental para tomar decisiones financieras más sólidas.

Raúl Martínez Solares

El autor es politólogo, mercadólogo, financiero, especialista en economía conductual y profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. CEO de Fibra Educa y Presidente del Consejo para el Fomento del Ahorro Educativo.

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