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Vacaciones con bola de cristal
Lo malo de las vacaciones es que se terminan cuando empezaban a ponerse buenas. El primer día de vacaciones amanece uno con la sensación de que algo tiene que hacer. Esta sensación tiene que ver con la inercia del trabajo. El cuerpo acostumbrado a las faenas diarias las reclama. La mente, acostumbrada a estar retacada de asuntos pendientes, nos manda una señal de culpa por dedicar el día al ocio. El segundo día de asueto ya toma uno las cosas con más calma y comienza a tener conciencia de que se está en un periodo de descanso necesario para reponer las energías, recargar la batería, y, luego, retornar a los diarios deberes con más ahínco. Entonces viene a la memoria la frase de Pitigrilli: Para recordar a los hombres que el trabajo es una cosa agradable, el Padre Eterno ha inventado los días festivos .
Pensaba yo utilizar uno o dos días de las vacaciones para poner en orden mi escritorio, que es una verdadera caja de sastre o más bien un desastre sin caja: para encontrar mi pasaporte tengo que buscar mi credencial de la Sociedad de Escritores, para encontrar el número telefónico de una de mis hermanas tengo que buscar mi Registro Federal de Causantes, para encontrar éste tengo que buscar la cartilla de vacunación del perro, para encontrar al perro tengo que ir a casa de un primo al que se lo regalé el año pasado.
Comencé a tratar de arreglar la desordenada mesa donde trabajo, lo primero que hice fue subir al librero el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, que dejé abandonado ahí desde el pasado 7 de diciembre cuando escribí mi columna titulada La Gran Comadre y usé el mamotreto para buscar la definición de comadrear. Nada más por no dejar, antes de volver a poner el librote en su estante, busqué la acepción de reposar: Verbo intransitivo sinónimo de descansar, dar intermisión a la fatiga o al trabajo. Permanecer en quietud y paz sin alteración . Fiel a la definición del diccionario de la lengua española le doy intermisión interrupción o cesación de una labor o cualquier cosa durante un tiempo - y dejo para mejor ocasión el poner en orden el desbarajuste que tanto tiempo me ha costado crear.
A partir de ahí dediqué las vacaciones a permanecer en quietud y paz sin alteración . Leí, comí, dormí, ví películas y series de televisión. Y así llegó el año nuevo, día en que, a partir de un regalo que recibí, intenté ponerme a trabajar. Entonces comprobé la sabiduría que entraña la frase acuñada por el periodista, filósofo y escritor estadounidense Elbert Hubbard: Nadie necesita más unas vacaciones que el que acaba de tenerlas .
El regalo
El día primero del año recibí una caja envuelta para regalo acompañada de una carta. Abrí la caja que contenía una bola de cristal, leí la carta dirigida a mi persona que aquí transcribo: Estimado señor Ajenjo: Los abajo firmantes Misteriosos Adivinadores SA de CV (el futuro) somos lectores asiduos de su columna. Con tristeza vemos que usted en sus colaboraciones no aporta nada al periodismo nacional. Por lo general se dedica a comentar, con dudoso humor, lo que los verdaderos periodistas y analistas ya explicaron con razonamientos más claros y contundentes que los suyos. Por tal motivo le hacemos llegar esta bola de cristal que, para hacer un mamón juego de palabras a los que usted es afecto, es un presente para adivinar el futuro. El obsequio se lo hacemos para ver si mediante este instrumento de eficaz adivinación que ha perdurado a través del tiempo le da usted a sus lectores, un día de éstos, una primicia: una noticia que no haya sido dada con anterioridad por periodista ni medio alguno.
Se preguntará usted el motivo de nuestra generosidad que enseguida le explicaremos: Resulta que la bola de cristal que le regalamos, así como otros métodos adivinatorios como el Tarot, las runas, los caracoles, el péndulo y otras variedades esotéricas de las que utilizamos en nuestro trabajo como pitonisos coinciden, sin excepción, en el presagio de que el año que hoy se inicia será de quiebra total para aquellos que nos dedicamos a los augurios.
A partir del prestigio adquirido por el pulpo Paul en la pasada Copa del Mundo de Sudáfrica, todo ser humano dedicado a la adivinación y los vaticinios va a quedar en calidad de desempleado. Nuestros, hasta ahora efectivos, oráculos nos indican que en el año que iniciamos la humanidad le creerá más a los animales como pronosticadores del futuro que a los propios hombres y mujeres que hemos elegido la profesión de psíquicos, nigromantes, arúspices, profetas o brujos.
Al parecer son varios los animales que han seguido los pasos del pulpo Paul, entre otros, el gallito inglés que canta tres veces antes de que el Chicharito Hernández meta un gol; el guajolote de Zumpango que predijo la muerte de más de 30,000 de sus congéneres entre el 23 y el 30 de diciembre del año que recién se fue; la coyota queretana que anunció la muerte de Juan Pablo II días antes que ésta aconteciera y que entrevió la construcción de la nueva Cámara de Senadores de próximo estreno- en unos terrenos de Paseo de la Reforma propiedad de unos amigos suyos, y el sapo de Guanajuato que ya vislumbró en su futuro la candidatura de su partido para la contienda grande y que mediante la erogación de 450,000 pesos, con cargo al erario, anda en búsqueda del beso de una princesa que le cambie de look con miras al Campeonato de Guapos que se celebrará el 1 de julio del 2012.
Mientras adivinamos a qué giro laboral nos vamos a dedicar en el futuro, nos estamos deshaciendo de nuestros instrumentos proféticos. Acepte usted la bola de cristal como una muestra de consideración hacia su trabajo para ver si así, muy pronto, nos brinda una noticia exclusiva a sus escasos lectores . Hasta aquí la carta.
Enseguida eché a andar la susodicha bola de cristal. Según el manual del usuario una vez conectada, mentalmente se hace y se repite la pregunta de lo que se quiere saber. En mi caso fue qué novedades traerá el 2011, al tiempo que se pasan ambas manos por la esfera sin dejar de pensar en la pregunta. A los dos minutos de hacerlo percibí una señal, una imagen, una leyenda: Aumento en el precio de la gasolina el segundo sábado de cada mes . Lo cual no es ninguna novedad ni primicia.
Consideré que la pregunta fue formulada en términos muy generales, por lo que hice un cuestionamiento más específico: ¿Quién ganará la elección a la gubernatura de Guerrero? Pensé y pensé mientras pasaba mis manos tal y como indica el instructivo. Por fin una respuesta: El ganador será un priísta . Sigo consultándola para que me diga cuál de los dos príistas contendientes, uno con las siglas del Revolucionario Institucional coaligado al Verde Ecologista y a Nueva Alianza, y el otro al amparo de la alianza PRD, PT y Convergencia, será el ganador. Lo más que me dice el esférico aditamento para adivinar es que el ganador es primo del derrotado .
Dejo el aparato por la paz y prosigo mis deliciosas vacaciones. El Día de Reyes viene a la casa a partir la tradicional rosca mi sobrino Mauricio, especialista en toda clase de aparatos cibernéticos y electrónicos. Le pido que examine la bola de cristal. Su diagnóstico es que es una reliquia. Es de onda corta, analógica y por eso emite su señal en blanco y negro. Me recomienda comprar una bola con 4 gigabytes en RAM, disco duro de 500 gigas y tarjeta Wi-Fi.
Pongo el regalo que me hicieron los Misteriosos Adivinadores encima de los desordenados papeles que tengo en el escritorio. La usaré como pisapapeles. De casualidad con una mano encima de ella pienso en dónde habrá quedado la tarjeta de Luis Miguel González, director editorial de El Economista, tengo que hablar con él para ver si es posible que se prolonguen mis vacaciones. Para mi regocijo en la bola de cristal veo el número telefónico que necesito. Para mi desdicha la petición es denegada.
Oí por ahí
De cualquier cosa que le des a una mujer, ella hará algo fabuloso. Dale un esperma, ella te dará un hijo. Dale una casa, ella te dará un hogar. Dale alimentos, ella te dará una exquisita comida. Dale una sonrisa, ella te dará el corazón. Ella multiplica y engrandece todo lo que le des. Dale problemas y vas a ver cabrón.
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