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Opinión

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Urge concentrar y elevar estándar de bancos de sangre

En México operan más de 550 bancos de sangre, un número que es demasiado alto y que debería reducirse al mínimo, conforme la tendencia internacional, no sólo para lograr mayor eficiencia y reducir costos, sino ante todo para tener un mejor control y manejo del plasma humano.

Sería por demás interesante conocer el presupuesto destinado a mantener tantos bancos de sangre en el país que, por lo demás, casi no reciben donantes. El parámetro internacional de un verdadero banco de sangre es que debe recibir 10,000 donadores anualmente. La gran mayoría de los 550 bancos existentes en México no reciben ni la mitad. Cuando es un buen día, llegan a recibir 30 o 35 donadores, pero hay jornadas en que reciben uno o dos donantes. Son infraestructura y recursos prácticamente desperdiciados.

En Estados Unidos –donde hay una amplia cultura de donación voluntaria- operan cinco bancos de sangre, que son los de la Cruz Roja y otros ocho privados. Con ellos, se atiende a sus más de 200 millones de habitantes.

En México el Centro Nacional de Transfusión Sanguínea (CNTS), que lleva Julieta Rojo, y que depende de la Cofepris, de Mikel Arriola, tiene el doble reto de optimizar y hacer más eficiente la operación de los bancos de sangre en el país, y aparte una estrategia para adoptar estándares de calidad con la tecnología disponible. Se trata de verificar que toda la sangre utilizada en pacientes sea realmente inocua y libre de todo tipo de patógenos. Pero, además, para utilizar todo lo aprovechable de la sangre que hoy permiten los avances tecnológicos.

El punto es centralizar y utilizar la tecnología de punta para elevar el estándar. Si bien, en Latinoamérica, México es uno de los países de más ha avanzado en este renglón, aún le falta mucho por hacer. Por ejemplo, en el 2012 no cumplimos el compromiso de que la mitad de la donación de sangre en el país sea altruista y voluntaria; ni siquiera nos acercamos, seguimos en 3 por ciento. Aquí el problema es que la gran mayoría llega a donar sangre porque se lo pide el hospital para un familiar internado, y es la sangre más insegura ya que, como es obligatorio, muchas veces los donantes –por cumplir y apoyar al tío o al sobrino– ocultan información de riesgo que de otra forma podría impedirles ser donadores. La tecnología de referencia para reducir a cero el riesgo de que la sangre donada pueda ir infectada se llama detección de ácidos nucleicos (NAT, por su sigla en inglés) y es más aplicada en países desarrollados, lo que les permite aprovechar mejor cada recurso de la sangre, incluido el plasma, y además tienen más control de lo que le dan a sus pacientes. Dicha tecnología pertenece al área Diagnósticos de Novartis –encabezada aquí por Antonio Arce– que busca la forma de apoyar a los sistemas de salud de países como México para que puedan acceder a esta tecnología y elevar el estándar de revisión de las donaciones. Son equipos que no venden, sino que los dan en comodato, a cambio de que se adquieran los reactivos necesarios para las pruebas moleculares. Como siempre, es cuestión de presupuesto.

Una opción que se vislumbra es dar la opción al familiar de pagar la prueba NAT, que tendría un costo de alrededor 300 pesos, para asegurar que su paciente recibirá sangre realmente analizada y libre de toda contaminación. Aquí se abre la discusión de qué población tiene la capacidad de pagar esa cantidad y de lo injusto que resultaría para la que no puede.

mrcoronel@eleconomista.com.mx

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