La carga mental de trabajo doméstico

En México, la persona a cargo de la preparación de alimentos en un hogar es, en una inmensa mayoría, una mujer, independientemente de su estatus en la unidad doméstica (empleada, madre de familia, abuela, hermana, etc.). Las inequidades en torno al trabajo doméstico no remunerado, han sido documentadas alrededor del mundo.

Todo esto tiene que ver con roles de género que están bien anclados en las diferentes sociedades, donde el rol de primario como principal proveedora de alimento a un bebé que radica en la mujer, se traslada a otras “obligaciones” que ya no tienen que ver con la infancia temprana. Factores de inequidad de género evidentemente están relacionados. México no es el único país donde la carga doméstica radica mayoritariamente en mujeres. A raíz de la pandemia en Europa – donde míticamente se podría pensar que el trabajo doméstico está más equilibrado – algunos estudios observaron que la carga de trabajo doméstico en diferentes hogares desbalanceó completamente el frágil “equilibrio” que se vivía en los hogares pre- pandemia. Muchas mujeres profesionistas que trabajan desde casa, mostraban preocupaciones alrededor del hecho de tener que readaptarse a realizar su trabajo con múltiples interrupciones, que tenían que ver con el cuidado de los hijos, o de la supervisión y realización de tareas domésticas.

En México el panorama no es muy diferente. Antes de la pandemia, por medio de encuestas de uso del tiempo, ya era evidente el verdadero desequilibrio en la realización de actividades propias del trabajo doméstico, en mujeres que además realizan una actividad profesional, o que cuentan con ayuda doméstica. Además, a este factor se agrega la responsabilidad en la carga mental del trabajo doméstico y necesidades familiares.

En Europa, muchas mujeres señalaban que aunque pudieran más o menos equilibrar las actividades de realización del trabajo doméstico con sus compañeros u otros miembros del hogar, la carga mental del trabajo doméstico y de la familia residía sobre ellas. ¿Qué representa esta carga? Esto se ejemplifica en el hecho de asegurar por ejemplo, la proveeduría de los insumos que se van a necesitar en casa, planear la compra, pensar qué se va a comer ese día, planear el menú y prever actividades como descongelar y hacer las preparaciones previas de comida. Es la carga de prever mentalmente cuántos insumos de limpieza quedan en la casa, planear la vacuna de los hijos, o garantizar la adecuada vestimenta y salud de los miembros del hogar. Todas estas actividades requieren de recursos cognitivos que apelan a la concentración, memoria y otras funciones cerebrales que requieren diversificarse si se desempeña además, una actividad profesional que requiera procesos cognitivos. Se ha observado científicamente que esta carga mental (que parecería leve) merma de manera significativa el bienestar psicológico, pues la sobrecarga cognitiva genera entre otras sensaciones, sentimientos de ansiedad, impotencia y fatiga.

Además del impacto psicológico, este tipo de trabajo no es generalmente reconocido y socialmente es poco valorado. La sobrecarga de esta actividad, representa además una paradoja, pues en gran medida, las actividades representan también intervenciones en crisis para solucionar pequeños problemas de la vida cotidiana o cubrir las necesidades emocionales de los miembros de la familia. No es un tema que se pueda tomar a la ligera puesto que impacta directamente sobre la salud mental, pero requiere todavía de mucha reflexión sobre los roles de género y la manera en la que día a día contribuimos a reproducirlos.