¿Estarán a la altura?

Gran parte del notorio abstencionismo que ha evitado contar con elecciones legitimadas por cuantiosas mayorías, tiene orígenes en un desencanto real del ciudadano respecto de la política en su conjunto. En consecuencia, un estado o una nación en su conjunto, donde las grandes mayorías no se reflejan en la representación popular que da una elección, es un estado proclive a la división, la polarización y la reyerta social. Ahí, en un terreno pantanoso, es donde se debe trabajar por parte de los partidos políticos para que, su cauce de diálogo e intercambio, se oriente de manera decidida hacia los ciudadanos, más que orientarse como siempre hacia los adeptos internos. Es muy difícil que un partido político per se, en una condición como la que impera en nuestro país, pueda romper la barrera de la desconfianza que se traduce en desencanto. Sin embargo, es necesario que lleguemos a una elección histórica con un mejor esquema para evitar mayores fracturas que las que ya campean entre nuestra sociedad.

En 2024, estaremos optando en las boletas entre las opciones políticas y los perfiles participantes para contar con Presidente de la República, la totalidad del poder legislativo federal, es decir, 128 senadores y 500 diputados. Adicionalmente, nueve estados de la República elegirán gubernatura y en prácticamente todo el territorio nacional, también habrá renovación de congresos estatales y presidentes municipales. Ante ese tamaño de responsabilidad, deberá corresponder igual responsabilidad por estar a la altura de la encomienda. Quien aspire a estar en la boleta, debería comprender que el primer escalón hacia la empatía electoral, está en dejar de pensar en las elecciones como una oportunidad de aparecer en un escenario donde solo se reciban aplausos. Que más allá de la grandilocuencia y admiración zalamera, está el compromiso con aquellos a quienes pretenden representar; aquellos que viven en un país con hondos y vetustos problemas.

Como nunca, a pesar de nuestros buenos deseos, lo que se avizora en el horizonte electoral son campañas con tonos populacheros, ahogadas en el inmediatismo, plagadas de contrastes burlones con adversarios y aferradas a los lugares comunes que apuntan dedos flamígeros hacia las culpas incoadas en el pasado.

Hay un gran cúmulo de ciudadanos que, expuestos a tan penosos escenarios, deciden no ser electores y pasar el domingo sin sufragar. Ahí está el ejemplo de Edomex, donde una reducción de 2% de votantes respecto de la pasada elección, es un síntoma de hartazgo que no puede desdeñarse.

México cuenta con un padrón electoral de 97 millones de potenciales electores; cerca de 25 millones de ellos, cuentan con menos de 30 años. A su vez, las mujeres en nuestro cause electoral mexicano, constituyen un valioso 52%. Urgen candidatos que piensen en tal cúmulo de mexicanos; que les generen un futuro generoso con raíces en el interés colectivo y desapegados del ego y el dogma que tanto distorsionan la decisión racional.

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