Lectura 6:00 min
El fraile que asesora al Papa en IA

En la selección sabatina de historias del diario Times del 24 de febrero pasado, se puede leer la de Paolo Benanti, el fraile que asesora al Vaticano y al gobierno italiano en materia de Inteligencia Artificial. Personaje relevante en ambos estados, no solo por sus concimientos en la materia, sino también por las relaciones que ha logrado establecer a partir de la preocupación estatal por el desarrollo de este tipo de inteligencia y la generación de espacios estratégicos de diálogo. El Estado italiano ha fijado una postura firme en materia del uso de teléfonos celulares en las escuelas y en el desarrollo de la IA. Es de los más restrictivos del grupo de países que han prohibido el dispositivo en los salones de clases (Francia, España, Alemania, Países Bajos, Reino Unido, Suecia, China, Japón y Estados Unidos). Tiene una prohibición a nivel ministerial en todos los niveles; solo se puede utilizar con la supervisión de un docente en el marco de la educación digital. Un estudio reciente de 2022, endureció la postura de las autoridades equiparando el dispositivo al uso de una droga y considerándolo un elemento distractor. El Estado Vaticano por su parte, ha impulsado el primer gran acuerdo sobre el desarrollo de la IA con importantes empresas del sector tecnológico, el denominado Llamamiento de Roma. Iniciativa lanzada en 2020 en coordinación con el gobierno italiano, el Silicon Valley y Naciones Unidas, cuyo propósito es garantizar que las nuevas tecnologías se investiguen y produzcan de acuerdo con criterios que estén al servicio de toda la familia humana.
Fray Benanti es ingeniero por la Universidad de Roma La Sapienza. En Asís, hogar de San Francisco, tomó sus votos como fraile, se ordenó sacerdote y defendió su trabajo de tesis sobre las mejoras del ser humano y los cíborgs. Trabaja en la Pontificia Universidad Gregoriana y como especialista en la ética de la informática del Vaticano. El reportero Jason Horowitz, subraya en la entrevista, que pasa el tiempo planeando cómo desarrollar esta tarea sin dejar de pensar en el Espíritu Santo y los espíritus que hay dentro de las máquinas. Autor de diversos libros entre los que destaca Homo Faber: The Techno-Human Condition, panelista destacado en eventos internacionales sobre IA y profesor de teología moral y ética, así como del curso “La caída de Babel: los retos de las redes sociales, digitales y la inteligencia artificial”, ha emprendido una suerte de apostolado tecnológico que lo ha llevado a acompañar a empresarios como Bill Gates con Giorgia Meloni, Presidente del Consejo de Ministros de Italia quien, meses antes de la reunión, y preocupada por el impacto de la IA en la fuerza laboral, le pidió presidir una comisión de inteligencia artificial para los medios de comunicación que estudia, entre otros asuntos, la propiedad intelectual de los creadores ante las empresas que emplean IA, que siguen siendo auténticas cajas negras. Benanti ha reunido también al presidente de Microsoft, Brad Smith, con el Papa Francisco. Un acercamiento enriquecedor, según cuentan, que ha llevado a su Santidad a entender más el tema, especialmente después de que se viralizó con un abrigo blanco. Dice al reportero que al Papa le gusta cuando el debate gira menos en torno a la tecnología, y más en relación a lo que puede hacer para proteger a los vulnerables.
Benanti promueve el objetivo del Papa Francisco de proteger a las personas vulnerables de la tormenta tecnológica que avizora, cierto de que, sin un debido control la IA puede incrementar la desigualdad social y desatar una avalancha de desesperanza mundial. Parte central de su trabajo es evitar que eso ocurra, y lo hace a través de recomendaciones desde una perspectiva ética y espiritual a una Iglesia y a un país que buscan aprovechar y sobrevivir a la futura revolución de la IA, como apunta Horowitz. Comparte sus ideas con el Papa Francisco, así se puede ver en su reciente mensaje del Día Internacional de la Paz, en el que hizo un llamado a alcanzar un acuerdo global que garantice el desarrollo y uso ético de la IA, que permita al mundo no quedar desprovisto de la misericordia humana y sean los misteriosos algoritmos quienes decidan a quién se otorga asilo, quién es acreedor a una hipoteca o quién vive o muere en el campo de batalla. Y es que Fray Benanti no cree en la capacidad de la industria para autorregularse. Se decanta por reglas de procedimiento que eviten el aumento de la pobreza, la desigualdad, el desempleo y la disminución de la democracia. En una conferencia en la antigua Orden de Malta, dijo a un grupo de embajadores ahí reunidos que se requería una “gobernabilidad global”, de lo contrario nos arriesgamos a enfrentar un colapso social. Comparto la afirmación, solo que, parece mentira que siendo fraile utilice el término “global” en lugar de “mundial” en un llamado de esta naturaleza. La globalización no reconoce personas, comunidades ni naciones, es un proceso de interconexión de un globo, no de un mundo habitado por seres humanos. La mundialización es un proceso de integración que reconoce la existencia de una nación, entendida como comunidad de comunidades, unidas por diversos vínculos con origen y destino común: la suma de sus partes que se enriquece con el aporte socialmente responsable de los ciudadanos, brindando comunión de pasado, de presente y de destino. Reconoce personas, comunidades y naciones; acompaña en la formación de un mercado mundial, que escale el estado de derecho a un mundo de derecho. Mundializa lo que la globalización no mundializa: los valores fundamentales, los derechos humanos y la responsabilidad solidaria; crea un marco de acción común aceptado por todos, con respeto a la cultura, tradiciones, valores y creencias de cada pueblo. Este es el marco natural de la IA y los Neuroderechos al libre albedrío, a la privacidad mental, a la identidad personal, al acceso equitativo a tecnologías de aumento mental y a la protección contra sesgos de algoritmos de inteligencia artificial. La precisión es pertinente porque lamentablemente la ONU, y en particular la Unesco, han abandonado la concepción de mundo para adoptar la de globo, justo en medio de la administración digital del mundo donde las manos comienzan a ser extensiones de las máquinas.
Fray Paolo Benanti será una figura clave en el desarrollo de este campo. No deja de ser una paradoja el hecho de que sea un discípulo de San Francisco de Asis, de una orden mendicante, y no de una congregación, quien esté al frente de esta gran fuente de riqueza. Quizá sea la garantía moral que requiere el desarrollo de esta tecnología que engendra grandes consecuencias civilizatorias.