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Campo de batalla

Pasaron cerca de 100 años en distintas siglas; con actividad intensa para acreditarse como el principal soporte financiero a los programas rurales, agropecuarios, forestales y pesqueros. Hoy, de un plumazo y con un voto receloso de los legisladores, la Financiera prestamista en dichos ramos ha sucumbido ante el “austericidio” al cual se ha sometido el estado mexicano. Aunado al anterior accionar en pro de la pobreza franciscana, se suma el argumento del saqueo que oscila en acusaciones de uno a otro lado; como si el latrocinio rapaz de uno u otro bando fueran suficientes para rendir la plaza y dejar sin cobertura a un enorme número de pequeños productores que han dependido fuertemente del financiamiento concedido a través de la vía que hoy se extingue.
Pero la acción de extinción tiene consecuencias que aún no son visibles aún cuando el crédito desde la Financiera cesó de otorgarse desde el pasado diciembre de 2022. El campo subrayadamente, encuentra un escenario asfixiante; las actividades primarias o las actividades de transformación ahora deben encontrar sustento económico para su operación en alguna vía alterna. Con ello, pequeños y medianos productores se ven obligados ya, en tiempo presente, a buscar algunos financiamientos privados que generalmente caen en la usura, el fraude y el coyotaje. Al paso del tiempo, muchos productores del campo se verán entrampados en la insolvencia y muchos otros rendirán la plaza para finiquitar la labor que pudo haber sustentado la vida de varias de sus generaciones.
Aún cuando desde el más alto círculo del poder federal, esta situación se ha tomado con ligereza, en un escenario de astringencia laboral y económica, los “apoyos directos” no son una vía efectiva de sustento de la productividad en razón de su selectividad y periodicidad. Además, se ha anunciado que una medida complementaria a favor de la economía de los productores del campo será el establecimiento de un sistema de control de precios que sumarán positivamente al campesino, por igual ha probado que no es una vía efectiva ante el fracaso que encontraron un par de intentos anunciados dentro de este mismo sexenio, en la ocasión de detener el fenómeno inflacionario.
Lo cierto es que algo ha salido terriblemente mal en el tramo de 2018 a la fecha. Tan solo en ese periodo, la cartera vencida de la Financiera incrementó en un 67% al pasar de 4,900 millones de pesos a un poco más de 8,200. Asimismo, el índice de morosidad saltó de 7.9% a 25.9% y el patrimonio total de la financiera cayó de 39,000 millones a cerca de 30,000 millones de pesos. Ante un escenario así, donde por cualquier razón se haya vuelto inviable dicha entidad, ¿qué vía alternativa, real y favorable tienen quienes dependían en su totalidad de un financiamiento para subsistir produciendo? Quitemos dogmas políticos y apelemos al raciocinio estricto; ¿existe tal vía?
Twitter: @gdeloya

