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Ausencias injustificadas

De los 19 integrantes del gabinete legal, sólo cuatro están libres de las redes sociales. Podría decirse que se trata de un asunto generacional —coincide en que ese cuarteto concentra a los secretarios más longevos— o de una inexcusable parquedad.
¿Y la transparencia? ¿Y la rendición de cuentas? Esa cerrazón resulta particularmente discordante para el secretario de la Función Pública, Roberto Salcedo Aquino, quien inició el sexenio como subsecretario de Fiscalización y Combate a la Corrupción y desde entonces restringió su presencia mediática.
Los titulares de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, y de Salud, Jorge Alcocer Varela, deliberadamente han silenciado a sus voceros y han dejado en dos subalternos —los subsecretarios Gabriel Yorio y Hugo López-Gatell, respectivamente— el contacto cotidiano con los medios. En las reuniones del gabinete de seguridad y en el Salón Tesorería, su presencia es constante. Alcocer acude todos los martes a las mañaneras, aunque ahora Zoé Robledo es quien informa sobre la federalización de los servicios médicos.
Jorge Arganis Díaz Leal es el menos visible, dentro de ese cuarteto. Durante su bienio como secretario —llegó como sustituto de Javier Jiménez Espriú—han sido escasas sus apariciones públicas, no obstante las constantes giras presidenciales para supervisión de los mega proyectos de infraestructura.
En Palacio Nacional toleran susurros, pero no preguntas sobre la salud de los altos mandos de la Cuarta Transformación. Descartada la posibilidad de que se difundan filtraciones incómodas, nadie puede hablar enfermedades preexistentes o accidentes, hasta que tenga autorización de Alto Mando. El derecho a saber y la privacidad son los límites.
¿Causas de fuerza mayor? Hace tres semanas, el titular de la SSA no acudió al Pulso de la Salud. El Ejecutivo federal explicó que Alcocer Varela estaba convaleciente. Era la segunda ocasión en que el médico, de 76 años, era hospitalizado en lo que va del sexenio; esta vez —confirmaron funcionarios federales— debió tomarse una semana de descanso, por un procedimiento quirúrgico por una hernia en la ingle.
Arganis ha tenido intermitentes apariciones públicas. Justo hace un año suspendió sus actividades públicas, por la Covid-19; enfermedad por la que nuevamente volvió a contagiarse, apenas en enero pasado. La primera vez, tardó un mes en regresar a su despacho y hasta mediados de noviembre pudo acudir a la Cámara de Diputados, para la glosa del III Informe presidencial.
La recuperación, en este segundo contagio, ha sido más complicada para el ingeniero civil, de 77 años de edad, cuya extrema delgadez ha generado preocupación entre los empleados de la SCIT por la permanencia de su jefe. A diferencia de Delfina Gómez, quien contadas ocasiones despachó en la oficina central de la SEP o en la sede de Avenida Universidad, Arganis Díaz Leal solía acudir a la nueva sede de la secretaría y al despacho alterno, en Periférico y Barranca del Muerto.
Sus breves apariciones públicas en el último trimestre han alimentado rumores aviesos. “Con AMLO hay cercanía y afecto”, comenta un colaborador del titular de la SCIT, habituado desde finales del año pasado a las versiones de un “inminente relevo”. Otras fuentes recuerdan que —a mediados del sexenio de Marcelo Ebrard en el GDF— Arganis Díaz Leal adujo “motivos personales” para renunciar a la secretaría de Obras. ¿Cuáles? Pasar más tiempo con sus nietos y retomar su vida académica en la UNAM, donde impartió clase las dos décadas que trabajó para ICA.
Arganis venció al coronavirus. Dos veces. Pero los rumores lo han debilitado aún más. En la SCIT muchos recuerdan lo que pasó con Cedric Iván Escalante, el primer subsecretario de Infraestructura, quien renunció tras una ruda campaña mediática que desgastó su relación con el Ejecutivo federal.

