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“No es tan importante que no hayan nacido en México”
Entrevistado por El Economista , el directivo reflexionó sobre las dificultades de encontrar atletas 100% mexicanos para representarnos en competencias internacionales, y justificó que muchos de ellos ni siquiera hablen español.

“Hasta 130,000 dólares anuales”. La cifra la calcula Carlos Pruneda, presidente de la Federación Mexicana de Esquí y jefe de Misión de la delegación mexicana para los Juegos Olímpicos de invierno en PyeongChang. Para que un atleta pueda representar a México en una justa invernal bastan tres cosas: tener los recursos económicos para practicar el deporte, vivir cerca de la montaña y mostrar identidad con un pasaporte mexicano.
Germán Madrazo competirá en esquí de fondo; Roberto Franco, en estilo libre, y Rodolfo Dickson y Sarah Schleper, en esquí alpino. Los cuatro competidores mexicanos en PyeongChang no viven en nuestro país y el español no es el idioma dominante en su entorno.
“Para mí no es tan importante que hayan nacido aquí, es lo que sientan ahora. Para mí, si eres mexicano, es lo que cuenta. Lo primero es mándame copia de tu pasaporte, y después de eso seguimos hablando”, señala Pruneda, jefe de Misión por quinta ocasión para México, entrevistado por El Economista.
La necesidad de estar cerca de las montañas hace que los atletas radiquen en el extranjero, ya que sólo el patinaje artístico se practica en México como deporte invernal “y se pueden encontrar 20 pistas en toda la República”, indica Pruneda.
“Si quieres competir para México en esquí y vives aquí, no tienes cabida en el equipo porque tienes que vivir pegado a la montaña, la nieve y entrenarte los 365 días al año”, continúa.
—Pero, ¿cómo se coordinan con los atletas durante su preparación?
“La distancia no dificulta tanto la comunicación, ahora con las redes sociales estamos en contacto, ya sea por correo electrónico o por teléfono. Con los chicos tenemos grupos en whatsApp. No voy a ver a los atletas directamente, pero sí estoy cerca, trato de que haya algún contacto o de repente vienen a México para hablar de sus expectativas”.
Con Sarah se puede hablar en español, ella ya asistió a cuatro Juegos Olímpicos de invierno como representante de Estados Unidos y esta vez será la primera como mexicana. Pruneda cuenta que la conoció en los Olímpicos de Vancouver en el 2010 y para Sochi 2014 no pudo competir por México, porque sus papeles ya con la nacionalidad, salieron un mes después de los Juegos. Desde entonces han coincidido en campeonatos mundiales.
Con Rodolfo la historia comenzó cuando tenía 15 años de edad en Toronto. Hace cinco años aún no decidía si quería competir por Canadá o México. Pruneda explica que el motivo por el que está del lado mexicano es porque en Canadá hay miles de esquiadores buscando lugares.
“En México es más fácil. A Rodolfo se le dificulta mucho el español y ya le dije a su madre que es importante que tome clases. Con él me escribo y hablo en inglés”, mencionó.
Mientras que Roberto y Pruneda tienen dos años de conocerse. El esquiador de estilo libre realizó acondicionamiento físico en las instalaciones del COM y tomaba clases de español. A sus 24 años vive en Colorado y su nivel está en el ranking en el lugar 26 mundial.
Por último, Germán Madrazo que vive en Mc Allen, Texas, habla fluido el español y calificó a pocos días de que la delegación mexicana saliera rumbo a Seúl.
Carlos Pruneda calcula que lo que se ha gastado para siete atletas en casi año y medio (entre los calificados a los Juegos de PyeongChang y los que intentaron hacerlo) fueron cerca de 100,000 dólares.
Rodolfo Dickson y Jocelyn McGillivray están en el programa de becas del COI: solidaridad Olímpica. La Federación Internacional de Esquí da a todas la Federaciones una cuota anual y de ello, Pruneda destinará a cada atleta alrededor de 2,000 dólares.
En sus planes después de la justa invernal y a través de la Federación que preside, viajará a Colorado para visitar escuelas y reclutar jóvenes interesados.
“En Colorado hay alrededor de 6,500 estudiantes. Más de 55% son hispanos, de ésos la mayoría es mexicano. A través de unas becas que maneja una fundación allá, y las que maneja la Federación Internacional de Esquí buscamos esos niños entre los 10 y 12 años e invitarlos a que prueben el deporte”, menciona.