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Arte e Ideas

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Arkham City: ciudad de la locura

El trasfondo de patología mental que siempre ha acompañado al hombre murciélago aparece de nuevo; ahora sucede en el plena ciudad, en un distrito abandonado, donde, por corrupción política y locura, se deja a los pacientes-criminales andar a sus anchas.

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En la década pasada, un mito del mundo de los comics se pasó al universo de las películas. Batman, de la mano del director Christopher Nolan, se convirtió en material del diván psicoanalítico sin dejar de ser un gran personaje de acción.

Lo que Nolan hizo por Batman en la pantalla grande lo ha logrado la desarrolladora Rocksteady en el mundo de los videojuegos.

En el 2009, Batman: Arkham Asylum se convirtió, para sorpresa de los críticos, en el juego de aquel año. Sorprendente porque todo parecía indicar que, en materia de videojuegos, de los superhéroes ya no podíamos conocer nada nuevo.

El gran éxito de Batman: Arkham Asylum fue su capacidad para recrear la experiencia de leer una novela gráfica combinada con un simulador de cómo-ser-Batman: la trama era compleja; las habilidades estratégicas, necesarias; el drama psicológico hacía acto de presencia con la terrorífica aparición de dos grandes villanos, el Guasón y el Espantapájaros, listos para atormentar al hombre murciélago con los fantasmas de su pasado.

Ningún juego anterior había logrado capturar de manera tan completa el universo de un superhéroe.

La esperada segunda parte

Arkham Asylum fue tan buen juego que el anuncio de una segunda parte despertó tanto expectativas, como dudas. El lugar común dice que segundas partes nunca fueron mejores. Hay un grano de verdad absoluta en el cliché. Casi siempre las segundas partes quieren alcanzar el mismo éxito copiando todos los gestos y guiños de la primera parte, el resultado es una mala copia que defrauda.

Cuando Rocksteady presentó Batman: Arkham City, la primera impresión dejó escepticismo. Se veía exactamente igual que su antecesor.

¿Lograría atraer al público? Todas las dudas se despejaron a su lanzamiento: a apenas unas horas de que le juego estuviera en los estantes se vendieron 2 millones de copias alrededor del mundo.

¿Y qué tal el juego? Es espectacular. Casi todo lo que Rocksteady consiguió con Arkham Asylum lo supera con Arkham City. Gráficamente, el juego es bellísimo: Ciudad Gótica en toda su esplendorosa decadencia. El gameplay es mejor que el de Asylum, ahora Batman tiene más ataques posibles con apretar sólo un par de botones y puede usar una gran variedad de artefactos, desde las típicas bombas de humo, hasta tecnología de hacker.

Mientras en la primera parte la historia sucedía en el temible hospital psiquiátrico de Arkham (donde van a parar todos los enemigos de Batman: son dementes, no criminales. De nuevo el trasfondo de patología mental que siempre lo ha acompañado), ahora sucede en plena ciudad, en un distrito abandonado, donde se deja a pacientes-criminales andar a sus anchas.

Bruno Díaz ha sido secuestrado y se encuentra atrapado entre los muros de Arkham City. Desde luego, Díaz no tarda en convertirse en Batman y tratar de encontrar el método en la locura del Guasón, el Pingüino, el Acertijo y demás archienemigos.

cmoreno@eleconomista.com.mx

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