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Aislada, con malestar y sin un diagnóstico
Por no contar con un resultado confirmatorio, Margarita no recibió el kit ni la tarjeta de 1,000 pesos de apoyo que reparte el Gobierno de la Ciudad de México.
Desde hace 25 días, Margarita González Becerra (de 27 años) fue declarada “sospechosa grave” de coronavirus (Covid-19). El 28 de marzo, en Locatel le prometieron que médicos acudirían a su domicilio en Xochimilco para hacerle una prueba, lo cual no ocurrió. Por falta de recursos no ha podido practicarse el estudio en un laboratorio particular, cuyo costo oscila entre 3,000 y 5,000 pesos. Confinada en una recámara de 3 por 4 metros, espera que el virus desaparezca, pero Margarita aún presenta tos seca y congestionamiento nasal.
“Metí mis datos a Locatel, me preguntaron qué síntomas tenía y me hicieron un cuestionario. Salió que era posible sospechosa grave de Covid-19. Ellos solamente te marcan casi diario para preguntarte cómo estás, si ha aumentado algún síntoma, y dicen que si no tienen un problema respiratorio no pueden mandar (una) unidad médica y es mejor quedarte en tu casa.
“Al principio quise asistir al hospital, pero en ese tiempo empezaron a decir que solamente estaban atendiendo a la gente grave, y les hacían la prueba. Y entonces dije: ‘¿Para que voy a ir contagiando a más gente? Al rato la gente se va a enfermar y no va a saber ni por dónde le llegó’”, expresó.
Margarita, de oficio paramédico, vive en un domicilio de la alcaldía Xochimilco, donde también habitan sus dos padres mayores de edad, su hijo de tres años, dos sobrinos y un hermano.
Contó que hace 25 días ella era el sustento de su familia, por lo que ahora hay precariedad de alimentos, principalmente. Al inicio de los síntomas pensó en aislarse de su casa, pero la falta de recursos y de otro lugar para habitar la confinaron en una recámara con paredes de ladrillo rojo, una cama individual y sin televisión.
“Esto no se lo deseo a mi peor enemigo. Es muy feo no poder estar con tu familia. Al principio sentí el miedo de contagiarlos. Es mucho miedo y pánico. Yo le dije a mi mamá: ‘Si me llevan, si me voy, cuida a mi hijo, no lo dejes solo’. Estoy encerrada en mi cuarto, normalmente sólo salgo al baño, los veo de lejos. Les digo: ‘No me agarres, no me toques’.
“(Para) la comida, ponemos un banquito en la puerta y de ahí la tomo. Ellos agarran las cosas con guantes, pero ya se nos están acabando y no hay por ningún lado.
“He platicado con mi hijo (del otro lado de la puerta) de forma en que pueda entender; le digo que está un virus. ‘Te puedes enfermar’. Y que no salga, que no llore. Me ve de lejos, y me dice: ‘Mamá, vamos a comer’”, detalló.
Las calenturas de hasta 40 grados y los fuertes dolores musculares que presentó a partir del 28 de marzo cesaron la semana pasada, pero cada cinco minutos persiste la fuerte tos seca, y el congestionamiento nasal. No puede dormir acostada, porque le provoca la sensación de ahogo.
“Ahorita ya tengo una semana que no me ha dado temperatura; el lunes me dio, pero ya fue leve, de 38 grados, fue disminuyendo, me metí a bañar y se me quitó. Al inicio, el dolor de articulaciones es horrible, estás en estado fetal y no te puedes mover. Es un dolor de cuerpo horrible.
“He ido mejorando. Lo único que me queda es la tos, es muy seca, te da dolor de pecho, hasta en los pulmones. Falta de respiración. Al acostarme, congestión nasal, la tos. No he recuperado el olfato ni el gusto”, narró.
Al no contar con un resultado confirmatorio, Margarita aún no ha recibido el kit ni la tarjeta de 1,000 pesos de apoyo emergente Covid-19 que reparte el Gobierno de la Ciudad de México a las personas contagiadas con el virus.
Al final de la entrevista telefónica, Margarita hizo una reflexión: “Estamos combatiendo la ignorancia de la gente, porque se siente inmortal y no es así. Si llegan a salir que tomen las medidas preventivas, pero mejor no salir. Que se pongan guantes, cubrebocas, que eviten el contacto físico, no sabemos, a lo mejor y es una gripa o ya se contagió”.