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Wirikuta en la mira
Ascendiendo a Wirikuta.
Cuentan los abuelos wixaritari que los dioses ancestros nacieron del mar con el propósito de peregrinar al cerro quemado de Wirikuta, donde nace Tayau, el Padre Sol. Por el camino venían las deidades, entre ellas Tamaatsi, el venado cola blanca, y también Tatewari, el abuelo Fuego, y otros elementos esenciales de la naturaleza como la abuela Tierra y las diosas del agua.
Algunos de ellos se fueron quedando en forma de río, arroyo, piedra, canoa, peñasco, cerro, árbol, a la vera de la ruta sagrada; otros, como Tamaatsi, que ofrendó su sangre a los ancestros, se quedó a vivir en la serranía, por eso sólo puede ser cazado dentro de un rito ceremonial, y los más principales, como Tamatsi Kauyumarie, el hermano mayor Venado Azul, representado en el peyote (hikuri), eligieron el cerro de Wirikuta como su hogar.
Es así que, desde tiempos inmemoriales, por generaciones, el pueblo wixárika (huichol) tiene en la mira a Wirikuta como destino de peregrinación, a donde acuden los wixaritari haciendo el recorrido del abuelo Fuego por los lugares sagrados, donde se venera a las deidades, se presentan ofrendas y se les agradece por la vida, la salud, los dones de la naturaleza y el bienestar del pueblo, y los "marakates", o chamanes, guían la experiencia del consumo del peyote en una ceremonia que les permite la comunicación con los dioses y el acceso a conocimientos ancestrales: el "Don de ver".
Estoy narrando a trazo grueso la plática sobre la compleja cosmogonía del pueblo wixárika que sostuve con Totupica Candelario Robles, originario de Santa Catarina Cuexcomatitlán, en Mezquitic, Jalisco, quien acompaña a la delegación mexicana que participa en la 47ª sesión del Comité de Patrimonio Mundial de la UNESCO, en París, representando al Consejo Regional Wixárika por la Defensa de Wirikuta.
¿Por qué defensa? Porque Wirikuta ha estado también, por lo menos en las últimas dos décadas, en la mira de las compañías mineras y del turismo "peyotero" invasivo, que han tenido un crecimiento exponencial, dice Totupica.
La ruta huichol, que se extiende a lo largo de 500 kilómetros a través de cinco estados del país, de Nayarit a San Luis Potosí, no es solamente un itinerario cultural-espiritual de un pueblo ancestral, sino también un corredor natural con una biodiversidad única en el planeta, por lo que se considera un bien de valor universal excepcional.
Tal condición y la vocación a frenar las amenazas que se ciernen sobre la "Ruta Wixárika por los sitios sagrados a Wirikuta.Tatehuarí Huajuyé" (Recorrido del abuelo Fuego) hacen relevantes los esfuerzos de las comunidades wixárikas, de la ONG Conservación Humana y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para presentar la candidatura de dicho itinerario para que sea declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Así que, este fin de semana, Wirikuta estará en la mira de los Estados Parte de la Convención, que votarán si inscriben en la prestigiada lista la propuesta mexicana, cosa muy probable por la relevancia que tiene y lo bien fundamentado y estructurado que está el expediente de la candidatura, según me confió Francisco Vidargas, director de Patrimonio Mundial del INAH, quien encabeza la delegación mexicana en la sesión de París.