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Opinión

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La salud digital en México: La necesidad de un marco regulatorio

La transformación digital ha ido integrándose en diversos sectores de nuestra vida en mayor o menor medida, y el ámbito de la salud no es la excepción; hoy algunos de nosotros inclusive llevamos en la muñeca lo que puede considerarse un dispositivo médico en la forma de un reloj inteligente que da seguimiento al número de pasos que damos, mide nuestra actividad física y mide nuestro ritmo cardiaco y en ocasiones hasta el nivel de oxigenación.

La salud digital, que comprende el uso de tecnologías de la información y comunicación (TIC) en la prestación de servicios de salud, también ha ganado terreno en los últimos años. Sin embargo, en México (como en muchos otros países) aún no existe un marco regulatorio sólido que nos dé la certeza jurídica y establecimiento de derechos y obligaciones para pacientes, proveedores de servicios y desarrolladores de soluciones digitales en salud, así como parametros de utilización y homologación entre los prestadores de servicios de los sectores público y privado.

La falta de regulación en este rubro representa un obstáculo limitante para el aprovechamiento óptimo de las herramientas digitales en beneficio de la población. De acuerdo con un documento desarrollado por Sergio Arias Franco, Asesor Legislativo en la Cámara de Diputados, es necesario legislar en materia de salud digital por diversas razones que, por decir lo menos, son fundamentales.

Primeramente, se requiere la definición de un marco normativo que garantice el acceso universal a los servicios de salud digital, disminuyendo las brechas digitales y atendiendo a grupos vulnerables y favoreciendo mediante la implementación de las TIC el acceso a las personas en zonas remotas del país. Además, es imperativo establecer referencias que dejen perfectamente delimitados los derechos y obligaciones para pacientes y prestadores de servicios, definiendo aspectos como el derecho a un expediente clínico electrónico, la obtención del consentimiento informado, así como los límites de la atención médica a distancia.

Y a veces, es necesario admitirlo, damos por sentado las implicaciones relacionadas con la protección de datos personales sensibles, regulando su confidencialidad, conservación y destrucción. Además, la legislación en salud digital permitiría establecer estándares de calidad, interoperabilidad entre sistemas, y la homologación de parámetros de observancia obligatoria, es importante anotar que la salud digital debe ser caracterizada por la definición de esta como la columna vertebral del sistema nacional de salud integrado que permita la concentración de los datos relacionados a la prestación de servicios de salud, que permita la portabilidad de los datos relacionados: paciente, diagnóstico, tratamiento, institución, médico; de tal forma que permita hacer un análisis estadístico basado en la conversión de estos datos en información accionable para la toma de decisiones en materia de salud.

En el ámbito empresarial, un marco regulatorio robusto brindaría certidumbre a los desarrolladores de soluciones digitales en salud, facilitando la obtención de registros sanitarios, licencias de operación y el cumplimiento de normativas internacionales. Esto, a su vez, fomentaría la inversión, el desarrollo del sector y la atracción de capitales en un contexto global, con los beneficios relacionados como la generación de subsistemas económicos que ofrecen trabajos especializados, recaudación fiscal e inversión directa sostenible en el corto, mediano y largo plazo.

Si bien existen algunas disposiciones legales relacionadas con la salud digital en la Ley General de Salud y en diversas Normas Oficiales Mexicanas, estas resultan aún insuficientes y, sobre todo, fragmentadas. Los intentos por establecer una Ley de Salud Digital o reformas a la Ley General de Salud han enfrentado obstáculos, como la oposición de algunas dependencias gubernamentales, en muchas ocasiones por la falta de claridad relativa a que los costos financieros de corto plazo se deben evaluar desde la perspectiva de inversión en salud, así como la falta mecanismos claros de diálogo entre el sector privado y el cuerpo legislativo.

No obstante, se vislumbran oportunidades con el cambio de gobierno y la próxima legislatura. Tanto las plataformas electorales de la coalición mayoritaria como de la oposición incluyeron a la salud digital en las agendas, y ya existen varios proyectos normativos en puerta, como la receta electrónica, la teleconsulta méd1ica, la medicina de precisión, y la inteligencia artificial en salud que deberán de ser retomados como elementos prioritarios al arranque de la próxima legislatura y puesta en marcha del ejecutivo responsable de la toma de decisiones en materia de salud.

Es crucial que los diferentes actores involucrados, incluyendo el gobierno, el sector privado, los legisladores y las organizaciones sociales y gremiales, trabajemos de manera colaborativa para construir un marco regulatorio sólido, armonizado y acorde a las necesidades y retos actuales. Sólo así podrá aprovecharse el potencial de la salud digital en beneficio de la población mexicana, garantizando el acceso, la calidad, la seguridad y la certidumbre jurídica en este ámbito en constante evolución.

Hoy cierro con una frase que se atribuye a Arthur C.  Clark: “Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada, es indistinguible de la magia."

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