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Avasallar en el legislativo
Hace muchos años, Heriberto Galindo (político priista, respetado y respetable por sus ideas y su trayectoria intachable) contaba una anécdota, que ahora me puedo dar la libertad de contar, por el paso del tiempo. Heriberto había sido el jefe de prensa de dos grandes de la política mexicana, primero de Jesús Reyes Heroles y luego de David Ibarra. Con este último, entonces secretario de Hacienda en el sexenio de López Portillo, había acuñado, al calor de la competencia por la presidencia con Miguel de la Madrid (Secretario de Planeación y Presupuesto SPP), el termino de “los tecnócratas”, denostando entonces a de la Madrid y su equipo en esa secretaria.
Lo popularizó al punto, en el que después de muchos años a todos los venidos de la cepa de la secretaría de programación y presupuesto (incluido Salinas de Gortari), se les endilgó aquel término para diferenciarlos de los políticos, que sencillamente eran todos los demás. Ahí comenzó una disputa entre tecnócratas y políticos, que habría de definir los siguientes 40 años de la política mexicana y que el presidente López Obrador, empaquetó en el término de los neoliberales.
A Heriberto Galindo su antiguo jefe, Reyes Heroles, recién nombrado secretario de educación por de la Madrid, lo invitó a ser director del CREA (el entonces consejo de atención a la juventud, en dónde por cierto trabajó Alfonso Durazo). Carlos Salinas, entonces, molesto fue a ver a Reyes Heroles a reclamarle, como el inventor del término “tecnócratas” era nombrado director de una institución dependiente de la SEP. Reyes Heroles le contesto: Don Carlos usted ya ganó, a sus 34 años es secretario de programación y presupuesto y Heriberto será director de una institución modesta. Mire Don Carlos, si el triunfo, el poder y la política no son generosidad, que chingaos pueden ser, entonces. Ahí quedó el asunto.
Al oficialismo actual, en cambio, no le basta con ganar, su pretensión es la del aniquilamiento del de enfrente, el agandalle. En dos ámbitos, están intentando lograr una sobre representación que no reflejan su votación recibida en la elección del 2 de junio. Con argucias legales, producidas en el lugar mismo en donde la pluralidad y la certeza legal, deberían ser la razón y objetivo de su labor, se fraguan dos fraudes a la ley. En el IECDM, dos diputados que han militado y siguen militando en Morena ingresaron sendas cartas pidiendo que los consideraran como diputados que pertenecen al PVEM y al PT. Con ello la bancada de Morena tendría 2 diputados menos de mayoría relativa y tendrían derecho a 3 diputados plurinominales más, lo que no sólo acabaría representando más de la votación emitida por ese partido, sino sería una abierta violación a la ley que estipula que los diputados se adscribirán conforme al partido que los hubiera postulado.
El segundo caso está por concretarse en la cámara de diputados, como bien ha explicado el exconsejero Ciro Murayama en una artículo reciente en Nexos: Para soportar esa treta, sus impulsores dicen que el límite de 8% de sobre representación, que establece la constitución, sólo aplica a los partidos, no a las coaliciones. Olvidan que el COFIPE en su artículo 60, párrafo 4, claramente dice que: A la coalición le serán asignados el número de senadores y diputados por el principio de representación proporcional que le correspondan, como si se tratara de un solo partido.
Lo anterior imposibilita los gritos de júbilo y triunfalismo que el presidente, la secretaria de gobernación y los esbirros de Morena han estado pregonando para hacer realidad su plan C. Y asegurar que tienen la mayoría calificada para hacer lo que se les venga en gana. No les ha bastado con ganar la presidencia, se trata de aniquilar al contrario y gobernar sin quien les estorbe. De la generosidad, ni que hablar. Son ellos y su soberbia. Nada más, pero nada menos, también.