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Galia Moss vuelve a la aventura del mar

La velerista mexicana busca rodear el continente americano en dirección sur para llegar a Acapulco.

Sus cercanos la describen como una mujer de palabra fácil, trato amable, aventurera, pero sobre todo amigable. Es Galia Moss, la exgimnasta olímpica que este martes iniciará su travesía en velero que irá del Caribe Mexicano al puerto de Acapulco, rodeando por el sur el continente americano.

Enfrentará sus miedos, Galia, luego de su fallida travesía el año pasado que iría de México a Israel y que tuvo que detener frustrada, triste porque entonces su mejor amigo la había abandonado: Azul, su velero, tuvo fallas técnicas en el camino que la hicieron desistir de su intento de recorrer los 10,800 kilómetros de ese viaje.

Estuve tentada a tocar el botón para que fueran a rescatarme , aseguró en aquella ocasión. Pero no. Galia lloró, tembló de miedo, pero al final dejó que su fortaleza se impusiera.

Desde los cinco años, Galia empezó en la gimnasia, disciplina a la que quiso enfocarse de lleno y dejar la escuela. Pero sin el permiso de sus padres tuvo que mantenerse dedicada a los estudios, tanto en las aulas nacionales como en el extranjero, donde se interesó por la composición musical, hasta sorprender a su familia, a sus 24 años, cuando le anunció que se había enamorado del velero y que navegaría en solitario; pero luego la tranquilizó al demostrar a sus padres y hermanos que estaba lista para zarpar tras haberse preparado. Así, también se ganó su apoyo.

Aunque había también que ganarse el soporte de los patrocinadores para financiar su travesía. Al menos 250,000 dólares eran necesarios para iniciar la aventura y aunque al principio Moss tocó las puertas de 150 empresas, hoy, 13 compañías la patrocinan en sus viajes; el próximo espera dar la vuelta a América Latina, luego de seis años de empezar en su carrera como velerista.

Y es que Galia, a sus 31 años, se convirtió en la primera mexicana y latinoamericana en cruzar el Océano Atlántico en solitario, en el 2011, volvió a hacerlo de México a Portugal, y lo hizo por causas altruistas, para ayudar a que fundaciones dieran 644 casas para familias mexicanas con bajos recursos.

Habrá de acostumbrarse desde hoy mismo al estricto régimen alimenticio al que tiene que someterse durante la travesía: un sándwich de mantequilla de cacahuate por la mañana, cereal con leche o yogur, jamón serrano con pan por la tarde y carne deshidratada en su cena.

Pero a decir de Galia esto me hace sentir que ha valido la pena, que de alguna manera he cumplido mi sueño olímpico, como aquellos días en los que estaba en la gimnasia y me imaginaba subir a un podio, colgarme una medalla. Para mí cada travesía es una medalla , admite Moss.

Y son estas experiencias las que la inspiraron a escribir cartas durante sus viajes que en poco tiempo se convirtieron en un libro que llevaría un nombre casi descriptivo de su personalidad soñadora: Navegando un sueño.

Hoy, la diminuta Galia, quien apenas alcanza los 1.52 metros de altura y 46 kilogramos junto a su velero El Más Mejor, está a punto de partir a una aventura más que la lleve a mirar el cielo con todas sus estrellas, en el mar, que ya es como mi casa , indica.

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