Lectura 3:00 min
El terremoto

Ezra Shabot | Línea directa
La segunda versión de Trump como presidente ha constituido un verdadero terremoto en la economía y política internacional. Nada que ver con su primer gobierno que pudo ser contenido por los elementos más moderados de su movimiento. El ataque despiadado a todo el mundo a través de la imposición de aranceles en forma indiscriminada, y sus intentos por establecer acuerdos bilaterales ventajosos únicamente para los Estados Unidos, han generado en los hechos un desbarajuste comercial y financiero del cual sólo estamos viendo su inicio.
Para México este terremoto ha producido una serie de réplicas que inciden directamente en la política y economía de forma significativa. La parálisis en el crecimiento, que caracterizó a la administración AMLO, se ha visto agudizada en el primer semestre de este año como consecuencia entre otras razones, del terror que produce la alta posibilidad de una recesión profunda en la Unión Americana producto de las ocurrencias arancelarias de Trump.
Pero el sismo de gran intensidad en la relación México–Estados Unidos se da en dos aspectos principales: la migración y el narcotráfico. Y si en el primero el choque es inmenso, en el segundo, amenaza con derribar la estabilidad del país al involucrar a figuras importantes de la clase política mexicana actualmente en el poder formal e informalmente.
La negociación con los capos mexicanos extraditados o secuestrados por agentes estadounidenses en territorio nacional, está rompiendo todos los esquemas de colaboración entre ambos países. La conclusión de Trump es que la única forma de acabar con el negocio de los estupefacientes es no únicamente cortar sus fuentes de financiamiento, sino destruir el soporte político que les ha permitido a estos criminales crecer sin límite alguno durante los últimos siete años.
Y esto indica que se trata de un terremoto de una magnitud desconocida para el sistema político mexicano, en la medida en la que los narcos escupan toda la información con respecto a la protección que reciben de autoridades de todos los niveles para realizar sus negocios ilícitos.
Así que la suerte de muchos de nuestros políticos está en la boca de delincuentes que, al convertirse en testigos protegidos, tienen el privilegio de denunciar a sus exprotectores e incluso a sus enemigos en la medida en que su voz se convierte en una prueba irrefutable.
Por ello las expresiones enfurecidas de Sheinbaum con respecto a las acusaciones en su contra por parte del abogado de Ovidio Guzmán. Se trata de un terremoto sobre el cual no se tiene defensa alguna más que gritar sálvese el que pueda.

