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Opinión

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Más multilateralismo, menos aislacionismo

La vorágine de acontecimientos de las últimas semanas acelera la reconfiguración de un nuevo orden mundial. Desde hace algunos años se venía acentuando un mundo multipolar en el que Estados Unidos, China, la Unión Europea (UE) y Rusia son los grandes actores del tablero político mundial. A raíz de los aranceles impuestos por el presidente estadounidense Donald Trump este nuevo orden mundial se dará más rápido de lo que el mundo piensa, si no es que ya lo estamos presenciando. A pesar de que el mandatario estadounidense pausó la imposición de aranceles a 185 países por 90 días, salvo China, la incertidumbre aún prevalece dentro de los mercados internacionales.

El mandatario estadounidense al igual que en su primera gestión ha optado por el aislacionismo político y comercial. Estados Unidos ya no es un socio confiable para el mundo. El país que enarboló en su momento el multilateralismo como base de cooperación y respeto mutuo entre las naciones ahora tiene como premisa el discurso confrontativo en el que espera sacar provecho de manera rudimentaria. A todos sus socios les impuso aranceles so pretexto de que se han burlado de Estados Unidos. Para Trump es inviable el modelo de cooperación económico actual, arguye que el tener déficit comercial con varios países resulta desventajoso para Estados Unidos. Es una visión miope del mandatario de Estados Unidos encasillar el concepto de déficit como algo desventajoso.

La cooperación comercial entre Estados Unidos con China ha resultado benéfica para ambos, una relación win-win. China es el tercer destino más importante de las exportaciones de Estados Unidos. Según datos del Comtrade de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2024 la exportación de bienes de Estados Unidos a China alcanzó los 143.55 mil millones de USD. Mientras que las exportaciones e importaciones de China a Estados Unidos representaron el 14.7% y el 6.3% respectivamente del total de sus exportaciones e importaciones.

La integración económica actual que hay en el mundo hace inconcebible un mundo donde prive la autarquía económica. China, a diferencia de Estados Unidos, apuesta por el multilateralismo y el respeto mutuo entre las naciones. Entre todos los males, esta coyuntura puede ser una oportunidad para el gigante asiático para tender puentes con la UE. Hace algunos días Pedro Sánchez, presidente del gobierno español, realizó una visita de Estado a China, siendo recibido por el presidente Xi Jinping. En política las formas son fondo, la visita de Sánchez resulta en estos momentos estratégica para el interés de la UE, España podría ser el país que le permita tender puentes a China con Bruselas.

Tal es el interés de la UE de tener una nueva relación con China en esta nueva reconfiguración del orden mundial que en días recientes se iniciaron las negociaciones entre el comisario de comercio de la UE, Maroš Šefčovič y el ministro de comercio chino, Wang Wentao, a fin de analizar la posibilidad de establecer precios mínimos para los vehículos eléctricos fabricados en el gigante asiático y ver la posibilidad de disminuir o eliminar los aranceles aplicados en 2024.

Más multilateralismo y menos aislacionismo, eso es lo que ha hecho China con los países de América Latina. A pesar de la cercanía geográfica con Estados Unidos, la agenda del gobierno de Estados Unidos para con América Latina ha sido, hasta cierto punto, de desprecio, tanto el discurso como en los hechos, para muestra de ello fueron las declaraciones vertidas por el presidente de Estados Unidos en días recientes en las que señaló que Estados Unidos no necesitaba a América Latina, pero América Latina si necesitaba a Estados Unidos. Situación contraria a la del presidente Xi, quien envió un mensaje de felicitación a los miembros de la IX Cumbre de Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños por los trabajos realizados.

El desarrollo tecnológico suscitado en el mundo en las últimas décadas no se ha dado por el aislacionismo, sino a través de la cooperación. Un claro ejemplo de la cooperación tecnológica entre empresas estadounidenses y China es Apple, el desarrollo que ha tenido se debe por la cooperación con el gigante asiático. La guerra arancelaria es un sin sentido, Trump ya vio que los efectos de la misma traerá consigo aumentos en los precios de los productos estadounidenses y que sus ciudadanos tendrán que pagar más por ellos, por eso el 12 de abril, sabedor que la mayoría de las cadenas de suministro de las empresas tecnológicas de Estados Unidos se encuentran en China, eximió de aranceles a los teléfonos inteligentes, computadoras y otros dispositivos electrónicos, disminuyendo su impacto en los precios de productos de alta tecnología.

Las guerras comerciales no producen ganadores, los más perjudicados son los pueblos de las naciones. El mundo requiere más multilateralismo, menos aislacionismo.

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