Buscar
Opinión

Lectura 4:00 min

Improvisación mexicana

main image

OpiniónEl Economista

Rodrigo Perezalonso

Muchos años de improvisación se midieron en centímetros de agua. Bastaron unas horas de lluvia para paralizar la aviación mexicana. El 10 y el 12 de agosto, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) quedó parcialmente paralizado por lluvias torrenciales. Las imágenes de pistas convertidas en canales y pasajeros varados se viralizaron. No era un episodio aislado: fue la confirmación de un riesgo estructural que amenaza a toda la aviación civil mexicana.

Los números hablan solos. El 10 de agosto, la suspensión de operaciones afectó 104 vuelos y a 14,892 pasajeros; el 12 de agosto, 16 vuelos fueron desviados, 3 cancelados y 120 demorados, con aproximadamente 19,200 pasajeros perjudicados. Hubo desvíos extremos: vuelos de París terminaron en Guadalajara, de Madrid en Cancún, y hasta un vuelo de Air Canada regresó a Toronto. Las pérdidas económicas —combustible extra, penalizaciones por slots, hospedajes, alimentos, compensaciones— se estiman en decenas de millones de pesos, sin contar el daño a la reputación del hub principal de México.

Esto no es solo meteorología adversa. Es la consecuencia de décadas de falta de inversión en infraestructura crítica. El drenaje del AICM, construido sobre suelo hundido y vulnerable, no ha sido modernizado al ritmo que exige el crecimiento de operaciones. El aeropuerto opera saturado, con instalaciones fatigadas, y sin redundancias suficientes para absorber un evento climático extremo.

La crisis expuso un hecho incómodo: el AICM no es un aeropuerto más, es el nodo central del sistema aéreo nacional. Su congestión o cierre provoca un efecto dominó en aeropuertos como AIFA, Toluca, Guadalajara, Monterrey y Cancún. Las aerolíneas reacomodan flotas, se rompen conexiones y miles de pasajeros y toneladas de carga quedan fuera de posición durante días.

El problema no termina ahí. La política aeroportuaria reciente ha debilitado la resiliencia del sistema. El cierre del AICM a cargueros en 2023 y su traslado forzoso al AIFA provocaron una caída del 5.2% en la carga aérea total durante el primer semestre de 2025, mientras que hubs como Bogotá (+2.8%) y Panamá (+15%) registran crecimiento. AIFA sigue sin igualar la eficiencia, conectividad y ecosistema logístico del AICM, y su lejanía aumenta costos y tiempos. Si el centro neurálgico de pasajeros se inunda y el centro de carga aún no despega, ¿dónde está el plan B?

Este episodio también exhibe la ausencia de una visión integral para la aviación en México. Mientras otros países como Panamá, Colombia y El Salvador invierten en ampliar o crear nuevos aeropuertos, aquí seguimos confiando en un sistema fragmentado que combina saturación, riesgos estructurales y decisiones políticas desconectadas de la operación técnica. El resultado es un sistema frágil que, frente a cualquier crisis, sea meteorológica, técnica o de seguridad, carece de rutas claras para mantener la conectividad del país y proteger su competitividad aérea.

La temporada de lluvias más intensa en décadas debería haber encontrado un aeropuerto preparado. En lugar de eso, predominó la improvisación y un país que depende de un hub que colapsa con el agua. La aviación mexicana no puede seguir vulnerable a un aguacero: urge invertir en infraestructura hidráulica, ampliar capacidad operativa y diseñar un verdadero sistema de redundancias. No hacerlo es condenar al país a más pérdidas, más pasajeros varados y más competitividad cedida a otros países.

Porque la próxima tormenta no preguntará si estamos listos. Simplemente llegará.

Temas relacionados

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí
tracking reference image

Noticias Recomendadas

Suscríbete