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Vecinos muy distantes

Desde hace varios meses los tambores de guerra no dejan de sonar cada vez más cercanos. En picos álgidos se ha transitado en una nueva relación entre dos países que, parecen que entra en los terrenos de lo preocupante. Y bien podemos conceder que, a pesar de la crítica reiterada, el presidente de México nunca ha implementado acción alguna sin un cálculo futuro de sus posibles consecuencias. Tampoco, es un ajeno a conocer con estrategia a sus contrarios y medirlos al punto de anticiparles su actuar. Pero llegar a un punto de ruptura que, hace meses se veía lejano, ya parece ser una posibilidad en el catálogo de la 4T por lo que los próximos días y semanas serán de gran interés.
El sendero que se ha recorrido ha encontrado terrenos cada vez más pedregosos en una relación de vecinos que ahora nos empieza a apartar. Cómo olvidar el diferendo de septiembre del pasado año en donde, todo apuntaría a una salida del T-MEC anunciada el histórico 15 de septiembre. Tanta fue la labor que el gobierno de Biden tuvo que hacer para detener lo que parecía una visceral decisión, incluso apuntalando las negociaciones mediante el envío de un comisionado especial del mas alto nivel para atemperar los ánimos. En esos días, el jefe del Departamento de Estado, Antony Blinken se encargó de apagar el incendio.
Hoy, la disputa por la afectación ante la política energética aún no ha encontrado una resolución y se convierte en un pendiente que presiona a Joe Biden junto con una ola de problemas de hondo calado en la relación bilateral, que han encontrado el peor recrudecimiento posible ante la situación de seguridad mexicana tan alarmante arriba del rio Bravo. La crisis que ronda al tráfico de fentanilo es ya un tema que dista muy poco de ser catalogado como materia de seguridad nacional para los norteamericanos y las acciones en ese escenario no se avizorarían cordiales ni diplomáticas.
Pero parecería por igual que López Obrador ya le ha tomado la medida a un Biden titubeante. El discurso a cada letra separa en vez de avenir, el tono amenaza en vez de conciliar, y el gesto reta en terrenos de especial sensibilidad como lo es la injerencia electoral mexicana para no votar por los republicanos del país vecino.
Pero el nivel de influencia real que se tenga entre los votantes de origen mexicano es sencillamente dudoso. Sin embargo, lo que no se tiene duda es que el norteamericano patriotero no dejará de ver la declaración del presidente López Obrador como una invitación para recrudecer la xenofobia y el racismo a niveles de agresión.
Ese es un precio muy alto para cualquier nacional que, de por si ya tiene una ruta de complicaciones en un país que los aloja ante el limitado futuro que han encontrado dentro de las propias fronteras mexicanas.
Twitter: @gdeloya

