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Mirar a futuro

El ciclo de desaceleración ya es un fenómeno visible en un número considerable de países que, apuntalados en los controles inflacionarios implementados por las bancas centrales, han dado una férrea lucha en contra del alza generalizada de precios. Sin embargo, como todo ciclo, estamos ante un evento que encontrará un cumplimiento temporal y tendrá que volver a la naturalidad de los acontecimientos para procurarle estabilidad a la economía nacional. Es así como, después de un alza de las tasas de referencia, la política de banca central se tendrá que acompañar de acciones que fortalezcan el devenir económico desde el accionar de medidas de política pública y, por supuesto, de política monetaria.
Sabemos que el alza inflacionaria tiene un componente endurecido que se apega con mayor fidelidad al propio rumbo económico. Este componente, identificado como inflación subyacente, en algún momento deberá iniciar su descenso y es ahí donde con gran oportunidad se puede apuntalar un camino futuro de la economía que nos traiga mejores dividendos en un periodo de mediano plazo. Es conocido por igual que, los propios efectos de la política de banca central se inducen para que los mismos surtan efectos hacia meses (o incluso un poco más de un año) y, se debe avizorar que, en ese futuro de meses, hay que prevenir que la inflación va a encontrar un punto en el cual su disminución va a ser notoriamente visible.
Por ello, el ajuste a las tasas de referencia será necesario en un periodo próximo donde se inicie ese nuevo ciclo de estabilización. ¿Cuáles son entonces los elementos con los que se cuenta para poder tomar decisiones hacia un futuro que hoy parecería incierto? La banca central deberá descifrar ese complejo acertijo para que, en el 2023, se acompañe en su conjunto a la economía desde los esfuerzos de política monetaria y financiera. En primer lugar, e inequívocamente, se debe atender al comportamiento del crecimiento económico en conjunto; crecimientos insuficientes acentuarán una posible desaceleración pronunciada para los próximos años. Además, los indicadores de productividad serán aquellos que, por igual, aporten un adelanto más o menos fidedigno de lo que se avecina en un horizonte borrascoso. Menor productividad en cualquier país pone un piso frágil para un país que aspira a la estabilidad.
Y, tal y como lo tratamos en una pasada entrega de esta columna, nuestra banca central mexicana deberá establecer un ritmo propio pero que, no necesariamente tiene que ser pronunciadamente dispar a lo que la reserva federal estadounidense implementa. En el caso de esta última mencionada, se estima que aún tiene previstos ajustes al alza a su tasa de referencia en un aproximado de 2 puntos porcentuales para los próximos meses.
En toda acción de política, de economía o de el accionar humano en general, el “timing” es aquello que define el éxito o el fracaso. ¿Qué hacer y cómo leer el panorama futuro? Esperemos que esa lectura sea avezada.
Twitter: @gdeloya

