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Opinión

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La fiesta gay

El que los jóvenes asesinados y heridos por un comando armado en Torreón fueran homosexuales, heterosexuales o bisexuales es lo de menos.

El asesinato de 18 jóvenes durante una fiesta en la ciudad de Torreón, Coahuila, hizo evidentes algunos de los vicios más dañinos de la prensa en México. La Jornada, un diario normalmente sensible a las causas de las minorías, publicó en su edición del lunes 19 de julio: Una versión señala que en el lugar se llevaría a cabo un encuentro lésbico-gay .

Más adelante dice la nota: En la liga [y aquí insertan la dirección completa del enlace en Facebook para quien lo quiera ver] de Facebook existe una invitación al público en general para participar en una fiesta lésbico-gay que se realizaría en el mismo lugar del ataque, por lo que las autoridades no descartaron que las víctimas sean integrantes de esa comunidad .

Como si la referencia no hubiera sido suficiente, a La Jornada le pareció importante publicar el texto de la invitación: La fiesta más esperada del ambiente Party gaysototota Vol#2 ahora con cosas más divertidas y el doble de diversión, así que no te puedes perder!! Tendremos 3 DJ’s, 2 gogos, show travesti (kesha, fergie), toro mecánico, alberca, jacuzzi, bar, mesa de billar, pantallas LSD. Cover $50 (incluye 1 cheve) .

Los redactores de la nota -y sus jefes- quizá no hubieran encontrado información menos relevante para el público lector que el hecho de que, quizá, las personas asesinadas estuvieran en un encuentro lésbico-gay , como ellos lo llaman. ¿A quién le importa? ¿Es información relevante?

¿Aporta algo? ¿Explica algo? No, la respuesta es no. Es irrelevante y ofensivo.

El hecho de que los jóvenes asesinados y heridos por el comando armado fueran homosexuales, heterosexuales, bisexuales o travestis es lo de menos. Incluir esa información en una nota así, de esa manera, es reflejo de un reporteo ignorante y mediocre, y de una jerarquización informativa al interior de ese diario que deja mucho que desear.

La cosa, desafortunadamente, no se acaba ahí. En la nota de La Jornada, como en la de El Universal (también del 19 de julio), la torpe redacción deja al lector pensando que las víctimas quizá estaban metidas en el crimen organizado o que algo sospechoso sucedía en ese lugar.

En El Universal se lee: Los delincuentes, que bajaron de 8 camionetas, irrumpieron en el lugar y acribillaron a las personas que festejaban el cumpleaños de Héctor José Mota Méndez, alias El Mota, quien fue acribillado junto con su hermano Carlos Antonio .

¿Alias El Mota? ¿De qué se trata esto? ¿Qué nos están tratando de decir? ¿Qué clase de lenguaje es ése? Son cuestionamientos que surgen al leer la citada información en ese diario.

A nadie se le escapa que ésa es la forma clásica en que autoridades y medios de comunicación generalmente describen los hechos cuando hablan de situaciones que involucran a personas relacionadas con el crimen organizado.

En esta ocasión, sin embargo, están hablando de víctimas, de jóvenes, de personas que fueron salvajemente atacadas y de las que, una vez muertas, algunos medios hicieron favor de sacar del clóset y ponerles alias . Patético.

La violencia y la inseguridad en la que estamos viviendo actualmente los mexicanos nos presenta muchos retos. Muchísimos. Este caso nos enseña que desde la prensa tenemos todavía mucho que aprender, un camino largo que recorrer sobre cómo cubrir una nota, cómo proteger a las víctimas y cómo ofrecer a nuestros lectores/oyentes/televidentes una versión más objetiva, precisa y relevante de lo que tiene interés público.

afvega@eleconomista.com.mx

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