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Finanzas Personales

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¿Cómo sobrevivir a la ira?

La ira y los ataques de rabia causados por el estrés del trabajo o los problemas económicos pueden provocar que un individuo pierda el control y altere el medio que lo rodea.

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La ira y los ataques de rabia pueden llevar al descontrol a una persona e incluso son capaces de arruinar las relaciones humanas de quienes las padecen. El cansancio, estrés y la preocupación por el dinero pueden hacer que un individuo pierda el control y altere el medio que lo rodea.

De acuerdo con información de Wall Street Journal, las personas que están a disgusto con la forma en que se encuentra su posición económica o su carga de trabajo son capaces de explotar por cualquier incidente, por más mínimo que éste sea.

"La furia es una reacción para protegerse de un daño percibido. Si está abrumado y algo aparece de la nada, lo va a sentir como una amenaza", explica Joe James, un psicólogo de 50 años que tiempo atrás padecía de ira, por lo que con facilidad tenía problemas con compañeros de trabajo, conductores automovilísticos e incluso amigos y familiares, pero que reconoció su problema y ahora trabaja para ayudar a la gente.

Muchas personas niegan que se enfurezcan. Cuando lo hacen, el centro emocional del cerebro adquiere una influencia mucho mayor que la parte que controla el pensamiento consciente. Los expertos creen que cuanto más nos enojamos, es posible que nos demos menos cuenta de ello.

Es improbable que pueda mantener una conversación constructiva con alguien cuando está en la zona roja", apunta Susan Orenstein, una psicóloga de Carolina del Norte. "Es mejor decir no puedo escucharte cuando estás lanzando cosas. Pero te escucharé con gusto cuanto te calmes", añade.

¿QUÉ HACER?

Si se convive con este tipo de personas quizá se puede solicitar ayuda personal. Puede decir que le preocupa la forma en que su conducta afecta la relación.

Además, procure evitar las situaciones potencialmente explosivas. Viaje con otra persona, vaya de compras solo. Maneje su propio auto. Plantéese un ultimátum, pero sólo si está dispuesto a cumplirlo.

"La gente siempre dice que quiere cambiar. Pero hasta que el precio de seguir actuando como siempre no sea más doloroso que el de cambiar, la gente es muy renuente a hacerlo", concluye James

ESS / Con información de WSJ.COM

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