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Una medalla que puede curarlo todo

El triatleta logró el primer título individual en triatlón de un mexicano en JP.

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Ese día es uno de los que quiere olvidar. Eran los Juegos Olímpicos, en Londres 2012. Crisanto Grajales había esperado toda su vida para ese momento y estaba ahí, parado al pie de la piscina, esperando romper el agua con un clavado y nadar, aunque pareciera gato en el agua , como él dice, pero nadar y explotar y ganarles a los rusos, esos que con su altura y fuerza parecían conquistar desde ya la prueba.

Era el triatlón, disciplina en la que Crisanto ha destacado desde que tenía nueve años y la cual le había dado muchas satisfacciones como amateur. Ahí estaba él y antes de que los rusos se aventaran a la piscina... ¡Splash! Ahí va el mexicano, y los rusos detrás de él bracean con fuerza, con mucha más fuerza que el veracruzano.

Sobresale una brazada color chocolate y otra. Y de pronto, el cuerpo no responde, se funde, se acaba y los músculos comienzan a lactarse y el esfuerzo no alcanza. Crisanto se rinde, no da más. A duras penas consigue terminar la prueba, en un lugar 28 que no esperaba.

Fue una competencia difícil, no como la esperaba, llegué bien preparado pero el cuerpo no reaccionó. Desde la natación y luego en la bici traté de hacer un buen ja lón, pero me quedé atrás , sostuvo el veracruzano en aquella ocasión.

Fue mi falla , se reclamó. Entonces, Grajales intentó olvidar ese error que le evitó estar entre los ocho mejores y obtener, por lo menos, un diploma olímpico.

Pero esta vez la historia fue distinta. Sí, es cierto, no había rusos, no eran unos Juegos Olímpicos, pero sí estaban ahí los estadounidenses y el cuerpo de Crisanto, una máquina que estaba dispuesta a soportar cualquier adversidad y que el veracruzano obligaría a funcionar.

En el olvido quedó la lesión en la espalda que lo aquejaba antes de la prueba. Esta vez, el mexicano no tenía la intención de fallar, no como en Londres, tampoco como en los JP de Guadalajara en el 2011, donde terminó en el décimo tercer puesto de la competencia.

El triatleta había decidido que esta vez su nombre aparecería en la pizarra, la bandera mexicana ondearía en lo alto del podio y el oro colgaría de su pecho. Fue corazón y aguantar , dijo Grajales a AP.

Y aguantó. Sólo bastó 1:48.58 horas, para dejar al estadounidense Kevin McDowell (1:48.59) con la plata y a Irving Pérez (1:49.05), con el bronce en Toronto 2015.

El oro de Grajales significó la tercera presea dorada para la delegación mexicana en los Juegos Panamericanos 2015, una plaza olímpica para Río 2016 y la primera medalla áurea que un deportista mexicano gana individualmente en triatlón en la historia de los Juegos Panamericanos.

¿Y tu cuerpo Crisanto? Terminó dañado , asegura con una sonrisa, pese al dolor. Y es que, para el veracruzano, esa máquina a la que ha forzado a seguir adelante hoy se prepara de cara a los JO de Río 2016 para tomar revancha de aquel día que aún quiere olvidar. Hoy busca ir por otra presea o al menos intentarlo..., porque ya sabe que una medalla colgando del pecho puede curarlo todo.

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