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Philip Glass: ante todo, la ópera
El compositor presentará su obra de cinco horas de duración, escrita 1976, los días 9, 10 y 11 de noviembre en el Palacio de Bellas Artes; los boletos para las tres funciones se agotaron.

Pese a la enorme popularidad de sus bandas sonoras y de la frecuencia con que sus sinfonías y conciertos se programan en el mundo, Philip Glass (Baltimore, 1937) es ante todo un compositor de ópera, género al que se ha acercado con la humildad de un aprendiz, aunque no con mesura ni pudor; por el contrario: los más de 20 títulos suyos, que se programan de forma regular en teatros de los cinco continentes, comportan siempre provocación, pensamiento crítico.
A la mitad de su vida, Philip Glass se encontró escribiendo ópera sin siquiera darse cuenta, pero desde su primera pieza, Einstein on the Beach (1976), ya dejaba una impronta histórica al introducir el minimalismo al lenguaje operístico. Esta obra de cuatro actos, sin intermedio y cinco horas de duración, se estrenará en México.
En la tienda de discos de su padre, usted entró en contacto con la música. ¿También con la ópera?
Probablemente. En Baltimore no había una buena compañía de ópera en aquel tiempo. Cuando fui a la Juilliard School tenía unos 19 años compraba boletos de estudiante por 50 centavos. Yo iba muy seguido porque no conocía mucho de ópera y me sentaba en gayola, pero se veía y se escuchaba bien. Ahí fue realmente donde empecé a entender de ópera, en Nueva York.
Siendo un compositor tan versátil, ¿qué significa para usted la ópera?
La ópera es el rey y la reina del teatro, de la colaboración, porque tienes texto, imagen, música, movimiento.
En cuatro décadas de componer ópera ha evolucionado de tratamientos muy abstractos a otros más narrativos, en formatos tan diversos que algunos podrían no ser considerados ópera desde un punto de vista conservador.
Sí. Algunas de mis óperas cuentan historias: tres escritas por Cocteau, dos por Doris Lessing, otras tres por Henry Hwang. Y tengo retratos: de Einstein, Gandhi, Akenatón y Kepler. En éstos la narrativa no cuenta propiamente una historia; por ejemplo, la ópera Kepler es una especie de retrato psicológico.
Usted retrata personajes de la ciencia, de la política y de la religión.
Son tres instituciones culturales, así que elegí personajes de cada una. Todos ellos fueron personajes radicales que cambiaron el mundo en que vivían a través del poder de sus ideas.
Tiene óperas grandes, de cámara, para tres actores que no cantan, e incluso para animación 3D. ¿Cómo influye en su enfoque musical el formato para el cual está escribiendo?
Influye porque el acto de colaboración es un encuentro con otros artistas para producir algo nuevo. Así que la dinámica de la ópera es en realidad una dinámica de cambio, que surge a partir del encuentro entre personas provenientes de ámbitos diversos. Es una herramienta muy poderosa para la innovación.
Con Einstein on the Beach introdujo un lenguaje nuevo en un medio que en buena medida posee un público muy conservador.
Lo sorprendente de Einstein fue lo rápido que empezó a tocarse. Ocho o nueve teatros el primer año, y luego en el Metropolitan Opera House de Nueva York; debía haber una enorme necesidad de que algo nuevo sucediera.
¿Fue un reto hacer Einstein on the Beach?
¡No! Bob (Robert Wilson) y yo no sabíamos nada de ópera en aquel tiempo, entonces no pretendíamos retar a la ópera, ¡ni siquiera sabíamos que habíamos escrito una! Sólo estábamos tratando de hacer algo juntos: él es un artista visual, un hombre de teatro, y yo soy un músico que trabaja en el medio; no estábamos pensando en ópera para nada, sin embargo, el único lugar adecuado para presentar ese trabajo era en teatros de ópera, porque necesitábamos un escenario, luces, un foso para la orquesta, músicos y cantantes. Los teatros de ópera eran los que estaban equipados para hacerlo. Después terminé haciendo óperas, pero entonces no tenía idea.
Hoy en día, ¿cuál considera que es el rol de la ópera como género?
Para mí es a menudo un lugar donde los temas sociales pueden ser puestos sobre la mesa. Satyagraha es una ópera sobre los derechos humanos y la no violencia; Galileo Galilei versa sobre religión y ciencia. Mayormente me he concentrado en óperas que tratan de la transformación de la sociedad o del individuo; lo más interesante que tiene la ópera es que es una manera de tomar temáticas contemporáneas que puedes leer en los periódicos y llevarlas al teatro, y ahí la gente tiene que escucharme porque mis ideas están en la obra. La idea de Gandhi de la no violencia no es muy popular, de modo escribí esa ópera (Satyagraha) porque quería que la gente reflexionara sobre ello. Quizá para un cambio social tendríamos que pensar más en torno a la no violencia, porque la violencia no parece estar funcionando muy bien: no crea cambios, crea caos y más violencia.
(*Parte de esta entrevista apareció en la revista ProÓpera, año XVIII No.1)