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Arte e Ideas

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Mujeres con deseo de venganza en Venezuela

La nueva novela de Alberto Barrera Tyszka está pensada en un país en la plenitud de su descomposición social, quizás no tan distópico como pareciera.

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El escritor venezolano, Alberto Barrera Tyszka, ganador del los premios Tusquets de Novela 2015 y del Herralde de Novela 2006, ha publicado su quinta novela, Mujeres que matan, una historia narrada en una Venezuela, en muchos pasajes no tan distópica como se quisiera, liderada por un “Alto Mando” sin rostro y con un control absoluto que tiene sumida a la población en la depresión, asediada por la violencia generalizada, en la que un grupo de mujeres decide crear un club de lectura que resulta terapéutico ante la represión irrefrenable, una burbuja para la exploración de la autoconfianza, de la humanidad perdida, y que, gradualmente propicia el brote del deseo latente de venganza ante el machismo y la impunidad de un país donde los valores se han desvalorado.

En una conversación con El Economista, Barrera Tyszka hace paralelismo de lo ficcionado en su nuevo libro con el álgido contexto geopolítico de su país natal y la tensión internacional que ha puesto los ojos del mundo sobre él.

¿Cómo se originó la idea del libro?

Quería desde hace un tiempo escribir una historia que indagara en el universo femenino. Al principio intenté ubicar esa historia en el contexto mexicano. Pero no avanzaba, me costaba escribirla, hasta que descubrí que era porque no estaba en Venezuela, que era donde debía estar porque es el contexto que me llama, en el que pienso todo el tiempo y me duele.

Tenía la idea de indagar en lo femenino. Ahí se activaron los recuerdos, las memorias de las manifestaciones, en 2014 y 2017, donde las mujeres fueron muy protagonistas.

Quería que hubiera mujeres con algunas heridas compartiendo unas lecturas, aunque no tenía tan claro que este club de lectura tuviera esta relación tan directa con el acto de matar, con ese dilema moral.

En un contexto narrativo en el que los valores están devaluados y las muertes ya no son noticia...

Cuando encontré que el contexto tenía que ser Venezuela, toda la historia cobró una dimensión distinta, mucho más poderosa, que está mucho más cerca de mí y lo que he vivido.

Lo femenino se pone a discusión en una realidad totalmente hostil, de una violencia incluso institucional; el reino absoluto de la impunidad, con un juego que a un lector mexicano le puede sonar a una ciencia ficción orwelliana, pero que a un venezolano le puede parecer mucho más realista. De manera deliberada trata de no mencionar, casi nunca, ni a Caracas ni a Venezuela, como para decir que este reino no es ninguno pero nos pertenece a todos.

¿Eso sugiere que cualquier país puede llegar a una situación de crisis política y social de esa magnitud tan fácilmente?

Es una lectura posible. Me di cuenta que jugar con la representación de un “Alto Mando” y de una sociedad a la deriva, sin instituciones, hace que la experiencia sea más amplia, que cualquiera piense que en su país puede ocurrir.

¿Hay alguna crítica directa en el libro, más allá de la ficción, al gobierno venezolano?

Esta novela leída en Venezuela es muy dura contra el gobierno y contra todo el proceso en el que llevamos 20 años. Los grupos armados del gobierno, la prisión y la tortura (en la novela) tienen su correlato en experiencias similares que le han pasado a mujeres allá. Sí hay experiencias con las que los venezolanos pueden leer todo esto de otra manera, en un contexto mucho más crítico y, sobre todo, a los últimos años de gobierno de Maduro.

Uno de los grandes desafíos del futuro venezolano, sea quien sea que gobierne, será saber cómo regresar a los militares a los cuarteles.

¿Cuál es tu postura sobre la tensión política entre Venezuela y la comunidad internacional, en particular con Estados Unidos?

La geopolítica tiene mucho en juego. Jair Bolsonaro es un hombre premoderno y Donald Trump es un impresentable.

¿Cómo decir que estamos en contra del Trump que propone el muro en México, pero a favor del Trump que apoya a (Juan) Guaidó en Venezuela?

Por otro lado, si no hay presión internacional, tampoco va a haber salida. En el fondo es un nuevo paradigma que se debate en nuestro continente: el término de soberanía.

El gran debate en Venezuela tiene que ver con definir cuál es el límite de la injerencia internacional. Ahí entra un problema que no es solo interno de Venezuela, sino de México, de la Unión Europea, de Estados Unidos por supuesto.

¿Y sobre la postura de México?

México trata de estar en una mitad. Tarde o temprano va a estar en un problema porque va a tener que tomar una decisión.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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